…será un fenómeno
llamado Noche”*
Cada vez que se va
a acabar el mundo (yo hablé con los dinosaurios y lo corroboraron) o cada vez
que pronostican el desenlace anunciado por tantos, nos ponemos a coquetear con
la superstición y caemos en el existencialismo tras hacernos mil preguntas. Así
me pasó: empecé a buscarle respuestas a todos los enigmas que siempre obvié:
¿Adónde van a parar todos los cauchos y
las pinzas que a diario se nos pierden a las niñas?; ¿Sabrá Uribe todo lo que
públicamente se ha negado a creer? ¿De verdad tendrá el “rufián de esquina” un
“puñal debajo del poncho”?; ¿Es la democracia el opio del pueblo?; ¿Por qué si
la idea feminista es recalcar una diferencia, la mayoría de sus militantes
tienen el corte garçon?; En el caso del aborto,
¿cuándo la vida pasó a ser un asunto únicamente religioso?
¿Un aumento de $600 diarios al salario
mínimo es realmente miserable? ¿No hay otro superlativo?; ¿Cuándo Fritanga dijo
que seguiría siendo “nuestro” amigo forever sabría que
actualmente la palabra forever va
acompañad de alone?; ¿Era en serio que el
arhuaco raizal creía que de los trillizos que su mujer tuvo solamente la
‘morenita’ era la hija de él?; ¿Julian Assange las violó o, como dijo él, les
hizo el amor?; ¿El 2012 pasará a la historia o se acabará la Historia?
Como no pude con
tanta incertidumbre, fui a una tienda de curiosidades a comprar respuestas,
pero las señoritas que atendían no veían noticieros o comedias. Entonces, para
no perder la ida hasta tan lejos (porque en una capital todo queda lejos,
cualquiera que sea el motivo) pregunté por el amor, un sentimiento de cuento
tipo Colombia (que ya debería ser un género literario), y me vendieron unos
dados (uno de lugares y el otro de acciones).
Me metí a la ducha,
debajo de una mesa, en la cama, me senté en la alfombra, fui a la cocina y
hasta una oficina. No les puedo decir qué encontré porque saltarán los
académicos a condenarme por rehusarme a justificar mis postulados o, incluso, mis
acciones con grandes teóricos. ¿Acaso ellos fueron los únicos que sintieron?
¡Uno no puede improvisar, pues, y la universidad no me sirvió para nada y, al
parecer, los dados tampoco!
Hoy en día es
normal sentir que no sabemos nada o que lo que sabemos no nos sirve para nada y
resulta muy cierto que es de ignorantes creer que haciendo gárgaras con frases
del Che y de Fidel se hace una revolución, como me lo manifestó el escritor
chileno Roberto Ampuero. Pero, ¡ay, sí!, como ahora todos somos
revolucionarios, estamos convencidos de que las reglas son muy peligrosas; las
reglas no, seguirlas, más cuando es posible que falten solo horas para que se
acabe el mundo.
¿Cuántos estamos
viviendo sin límites porque el mundo llega hasta el 21? Según oí por ahí, 15 %
de la población mundial. ¿Nada? Quizás. Pero juro que para ciertas cosas es un
porcentaje importante: ¿se imaginan 1050 millones de viejas quitándole el novio
a la enemiga?
Y es que sin duda
esa es una de las características de la crisis de la Modernidad, pese a que hay
otras más dramáticas, como la resignificación de los valores tradicionales y,
por ende, la incapacidad asumida de ser buenos ciudadanos: el hombre ha vuelto
a ser un lobo para el hombre (y la mujer, una zorra para la mujer). Vivimos en
depresión: tanta gente y poca plata, poco espacio, pocas riquezas, pocas
oportunidades. Tenemos baja tolerancia a la frustración; entonces, no estamos
dispuestos a sacrificar nuestro bienestar por el de nadie, porque mucho nos ha
costado conseguirlo. No sabemos si lo que hacemos es lo que queremos hacer o lo
que haríamos porque qué tal que se acabe el mundo. ¿Será por eso que empezaron
el proceso de paz con las Farc?
Hablando de
procesos, de Farc y otros demonios, si no se acaba esta vuelta y seguimos
desempleados o aguantando hambre, el panorama luce alentador: podemos abrir
oficinas de cobro de excusas y de expendio de perdón, ir a Bogotá a recoger las
basuras (que hay muchas, y necesitan ayuda) o al campo a medir las tierras que
se pretenden repartir.
Y ya que el campo
está de moda, ¿el tamaño –de la tierra– importa? ¿Es el cooperativismo la única
forma viable para el trabajo agrícola? ¿La palabra hectárea viene del nombre
más parecido al vocablo y de la cantidad de ego que se puede llegar a cultivar
ahí?
*Frase extraída de
la cuenta @FrasesDeSarcasmos: “La NASA acaba de confirmar que el día 21 cuando
termine la tarde, el cielo va a estar muy oscuro. Un fenómeno llamado Noche”.
Publicado en Kien y Ke