viernes, 10 de octubre de 2014

Furtivos fragmentos de un discurso desesperado 1000: Una historia diferente

Fue una tragedia romántica

Seré breve*. Sucedió así**:

Vea, cualquiera que hubiera sido la teoría que me inventé, esa se confirmó cuando 1) me presenté en la primera reunión de trabajo (y dije un poco de pretenciosas pendejadas sobre mí); y 2) cuando me tocó exponer sobre mi página preferida de internet, o sea, inventarme de todo sobre la única página que recordaba visitar. Así fue como sentí que él me miraba como si se hubiera encontrado con alguien que no tiene doble en el mundo: con una curiosidad que a mí me causaba todavía más curiosidad. ¿Y yo qué? Sí, claro, yo también lo miraba, mientras mentalmente aceptaba que ahora me tumbaban con barba. De hecho, hasta tuiteé algo al respecto, que evidentemente me tocó borrar cuando él me dio follow, ¡porque qué boleta! 


En forma empezamos a coquetearnos un lunes. El lunes de la inauguración de la empresa en la que trabajábamos. Ese día me salvó del fastidioso modo de masticar chicle de uno de sus jefes y de un man todo intenso que me quitaba el lapicero con el que yo estaba haciendo apuntes, y por la tarde en un coctel de la misma vuelta– me dijo que estaba muy bonita. Y yo, ¡matada! Esa noche, tras dos copas de vino, yo ya quería irme con él a Cartagena. Obvio, marica, que yo estaba lista y muy dispuesta; o sea, ¡era en serio! Pero se fue la noche, se fue él y me fui yo; cada uno por un camino distinto, ninguno para Cartagena. 

Los días pasaron, los correos entre los dos también. ¡Pero espere, que falta lo principal! ¿Yo le conté lo del pin: que nunca me quiso agregar al chat de BlackBerry? ¡Cómo no si yo le había contado eso a todo el mundo!, ¿no ve que hacía parte de las cosas sospechosas del tipo? Acuérdese que cuando supuestamente yo iba a ir a su ciudad a hacer unas vueltas, yo le dije que me pasara su pin, pero me dio fue su número telefónico que porque aunque tenía BlackBerry no tenía en chat. En ese momento, realmente no me pareció raro porque a mí también me da por desinstalarlo, ¿así que por qué no podría ser un inestable como yo? Pero... resulta que un día que salimos a comer, me di cuenta de que el chat ese sí le funcionaba y que, sencillamente, no me quería agregar. Ahí fue la primera vez que pensé que fijo tenía novia (ajá, y por una llamada que atendió lejos de mí, obviamente). 

Tiempo después, así de la nada, le dediqué una canción, esa de cruzar los puentes, de saldar las cuentas pendientes; la que dice cuándo y dónde, que el encuentro no había sido asunto del azar, que no había que pensarlo, que no se podía perder esa oportunidad. Breve (como si fuera así de fácil como componer una canción): que dejara a su novia y se fuera conmigo. ¡No, espérese, que hasta ahí yo estaba convencida de que, en efecto, tuviera novia, pero me quedaba el 1 % de incertidumbre! 1 % que duró hasta que me dijo lo que dicen todos: que sí tenía novia, pero que había aparecido yo en su vida, que yo también le gustaba muchísimo, que yo era un sueño de mujer, y en fin. Fue duro, pero yo ya lo veía venir. Y, bueno, le dejé clarísimo que era un hombre prohibido para mí, que yo no iba a ser los cachos de nadie, y todo eso que usted sabe que pienso. 

¡Desde ese día empezó Cristo a padecer! Después de eso se me alborotó el desespero. No se imagina cuánto me di cuenta que me gustaba el tipo. Mucho. Es decir, ¡me gustaba! Y usted sabe que desde el innombrable no sentía nada por nadie, ¡y menos un zoológico entero! De hecho, creo que con ese cuyo nombre no podemos mencionar ni mariposas sentí. Bueno, usted sabe todos los pormenores, así que para qué le cuento más. Mejor sigamos. 

Le escribí diciéndole que nos escapáramos, que nos voláramos. Claramente, ¡qué me iba a contestar! Y, entonces, yo me emputé y no le volví a escribir. ¿Y sabe qué? El muy descarado me preguntó por qué había dejado de hacerlo. Entonces, yo me llené de coraje y le mandé un listado (bastante largo, por cierto) de motivos. Como quince mil, pero los más importantes eran dos: que él tenía novia y que no me lo había dicho desde un comienzo, y que, entonces, aunque me gustara mucho, yo no podía hacer nada. 

Ese día oficialmente empezó esta tragedia, Tragedia romántica. Además, porque el muy atrevido me incluyó en sus problemas con un “¿qué hacemos?”. ¿Qué íbamos a hacer? ¡Pues nada! Marica, yo no le podía decir que dejara su vida por mí, que saltáramos al vacío, que esto y que lo otro. No se lo podía decir pero se lo dije, ¿no? ¿Usted puede creer que estas cosas todavía me pasen a mí? ¡No hay derecho! 

Comprensible era que él tuviera una vida hecha (“hecha”; usted y yo sabemos que nadie tiene la vida totalmente hecha); que yo pudiera representar un escape que ni idea si era real o ficticio; y que ninguno de los dos supiera qué hacer al respecto. Comprensible, pero debatible. Debatible porque yo insistía en que por algo nos habíamos cruzado; en que si se acababa el mundo, perderíamos una última oportunidad; en que… No me acuerdo qué tanto le dije alguna vez ni si me mostré muy desesperada. El caso fue que no llegamos a ninguna conclusión; o, bueno, sí, a la misma descarada de siempre: “¿qué hacemos?”. 

¿Y qué hicimos? Nada hicimos.

*Breve, porque la historia es larguísima.

**Y lo que "sucedió así" fue lo que recorté, edité y pegué de la historia real.

Prólogo

El sueño de muchos es que saque un libro, y no precisamente de la biblioteca para leerlo. Hace un par de años decidí hacerlo. Muy a mi estilo, imprimí e hice anillar todas mis publicaciones en el portal Kien y Ke para dárselas de cumpleaños a mi abue. Este fue el prólogo de aquel libro:

Esta recopilación de escritos forma parte de la sección Kien Bloguea de la revista virtual Kien y Ke, en la cual tengo un blog desde marzo de 2011 gracias a un tuit. Aquí están todos los artículos que he publicado ahí: desde el primero (marzo de 2011) hasta el de la semana pasada.

Mamá Fanny:
Serás la primera (y creo que la única) en tener un libro que muchos quieren: un libro mío. Modestia aparte. Normal. Espero que no te vayas a escandalizar. Como me dio pereza censurarme, mejor piensa que todo es inventado.

¡Feliz cumpleaños!

Te amo


viernes, 3 de octubre de 2014

Mamá Fannita:

Ser tu nieta consentida no fue tarea fácil, menos cuando me tenías acostumbrada a una vida de caprichos cumplidos; incluso desde que era una "divina carga", como me decías cuando pequeña y no caminaba dos cuadras sin que me tuvieras que cargar. Así fue como me creí el cuento de que era tu escritora preferida y como me convenciste de decir "pupitre, "banano", en vez de groserías. 

Hoy entiendo por qué mi primito Agustín después de haber jugado con mi primita Alicia todo el día llora cuando tienen que separarse, y suplica por un ratico más porque "casi no han jugado". Veintiocho años no fueron suficientes contigo; tampoco lo hubieran sido cinco minutos más, un día más ni diez años más. 

Aquí me dejaste, y extrañarte será la primera prueba más dura de mi vida de adulta. Espero tener esa fortaleza que en ocasiones como esta todo el mundo cree que aparece con solo desearla.

Antes de dejarte con tus hijas, te dije: "Mamá Fannita, te quiero mucho". Hoy me quedo con tu "yo también". Cuando tenga la malparidez, te espero en mi cuarto, como cuando te solía mandar la razón con mi mamá. 

Dios mío, gracias por haberme dado a Mamá Fanny de abuela. Ahora es tuya. 

jueves, 25 de septiembre de 2014

Desde el LEGADO ANDALUCÍ

4 de junio de 2004
1ère L (2003-2004)

Normis y Grace:

Nos parece bacano y legal haber conocido a una persona tan apasionada y entusiasta como vos. ¡Porque qué ánimos! Y que quede claro que esta carta no es una carta porno... por no hacer nada, solo eran nuestras ganas de agradecerte por tantas enseñanzas y por tanta socarronería. 

Cómo olvidar las constantes llamadas de Grace, la mampostería, las mil y una vestimentas, y el decir entre nosotros "¡Norma tiene una boutique!", porque eso sí: qué mujer tan exquisita..., ¡y qué poco de ropa! Además de collares, aretes, zapatos... Ay, Normis, los collares. Esos sí que los envidié; tanto, que en plena clase no me aguanté las ganas de pedirte aquel collar rojo de pepas pequeñas

Siempre recordaremos las confusiones con las tareas: "Usted hace el 1, el 2 y el 3; en cambio, usted hace el 1, el 2 y el 3. ¿Si entendió la diferencia? ¡Qué tal que les pusiera a hacer a los pares los impares, ya los impares los pares! ¡Ij!".

En muchas ocasiones fuimos las almas caritativas que te llevamos la maletita que contenía la botellita, que muchas veces nos preguntamos qué tendría allá adentro. Mínimo aguardientico, ¡porque qué energías!

Y así estarás siempre en nuestra memoria: todo un personaje, toda una leyenda, llena de gracia, y más jovial que cualquiera de nosotros. Tranqui que podemos ir a tu casa a visitarte cuando lo desees. ¡Si quieres mañana! Pa' que la vaina sea más amena. 

Muchas gracias, Norma. De todo corazón, gracielas. 

Te queremos mucho. Eres una bacana... ¡Nunca cambies!

P.D.: Nos vemos esta noche en tu casa para la comida. 

Legado Andalucí: Club de fans oficial de Norma Martín de Zúñiga

martes, 9 de septiembre de 2014

Poderoso caballero es don Dinero

Si usted alguna vez en la vida le ha pedido plata prestada a un amigo, siga atentamente los siguientes consejos:

1. Propóngase un plan de pago, así tenga que ser de a puchitos. 

2. Cumpla con los intereses que usted y su amigo establecieron (si los establecieron), que seguramente no son altos porque la plata se la prestó un amigo no un usurero.

3. No se le pierda a su amigo y haga todo lo posible por ver cómo lo puede ayudar en caso de que tenga alguna necesidad económica porque, por ejemplo, no tiene trabajo. Recuerde que él cuando le prestó la plata lo sacó del problema en el que estaba, y lo hizo con mucho gusto. 

4. Responda todos los mensajes que su amigo le mande cobrándole; seguro no lo hace por molestarlo, sino por necesidad; de otro modo, no le hubiera prestado plata sin pedírsela de regreso durante casi dos años.

5. No lo borre nunca de sus redes sociales, no sea grosero.

6. Y la más importante: ¡NO SEA HIJUEPUTA! No haga que su amigo se sienta como si le estuviera mendigando la plata que algún día fue de él. ¡RESPÉTELO! Demuestre que la amistad es más importante que $1 500 000.

Y hágame un favor, compártalos para que haya menos descarados en el mundo.

lunes, 18 de agosto de 2014

Y París siempre será una fiesta

París era una fiesta
1964, Ernest Hemingway

Esta publicación póstuma es una recopilación de las memorias de juventud vividas por Hemingway y su esposa Hadley Richardson en París, donde fueron pobres pero felices. 

“…en París se podía vivir muy bien por casi nada, y saltándose una comida de vez en cuando y no comprando nunca ropas se podía ahorrar y permitirse lujos”.

“Encontré a Miss Stein en el Luxemburgo. No logro recordar si estaba paseando a su perro, ni siquiera si tenía un perro entonces. Yo me estaba paseando a mí mismo, porque entonces no podíamos mantener ni perro ni gato…”.

“El punto decisivo es que el acto que cometen los homosexuales masculinos es feo y repelente, y luego se dan asco a sí mismos. Se emborrachan y se drogan para apagar el asco, pero su acto les repugna y siempre están cambiando de partenaires y nunca logran ser verdaderamente felices”.

¾Debería usted leer sólo lo verdaderamente bueno o lo francamente malo” (Miss Stein a Hemingway)

“En los tres o cuatro años en que fuimos buenos amigos no logro recordar que Gertrude Stein hablara bien de ningún escritor a no ser que hubiera escrito en favor de ella o hecho algo en beneficio de su carrera, salvo en el caso de Ronald Firbank y más tarde de Scott Fitzgerald”.

“…pensé que todas las generaciones se pierden por algo y siempre se han perdido y siempre se perderán”. (A propósito de La Generación Perdida)


“En aquellos días no había dinero para comprar libros. Yo los tomaba prestados”. (De Shakespeare and Company, la librería de Sylvia Beach)

¾Y yo te querré siempre a ti y tú me querrás siempre a mí”. (Hadley Richardson [la esposa de Hemingway] a él)

¾Yo qué sé, Tatie. Hay tantas clases de hambre. En primavera hay todavía más. Pero ahora ya ha pasado. Ponerse a recordar, eso sí que es una especie de hambre”. (La esposa de Hemingway a él)

“Pero París era una muy vieja ciudad y nosotros éramos jóvenes, y allí nada era sencillo, ni siquiera el ser pobre, ni el dinero ganado de pronto, ni la luz de la luna, ni el bien ni el mal, ni la respiración de una persona tendida a mi lado bajo la luz de la luna”.

“Por entonces, ya había descubierto que todo, lo bueno y lo malo, deja un vacío cuando se interrumpe”.

¾No sé ─contestó Mike─. Bueno, sí que lo sé. Desde luego que lo sé. Una cosa en la que tienes que apostar para divertirte no merece la pena”.

¾¿Qué hay que perdonar? Usted puede siempre hablarme, de esto o de cualquier otra cosa. ¿No sabe usted que los escritores nunca hablar más que de sus propios apuros?”. (Sylvia Beach a Hemingway)

“Por entonces, muchos iban a aquellos dos cafés en la esquina del boulevard Montparnasse con el boulevard Raspail para ofrecerse como espectáculo público, y puede decirse que aquellos cafés equivalían a las crónicas de sociedad, como sustitutivos cotidianos de la inmortalidad”.

¾¿Es Ezra un caballero? ─pregunté.
¾Claro que no ─dijo Ford─. Es un americano”.

“Nunca salgas de viaje con una persona que no amas” (Hemingway a su esposa)

¾Pobre Scott ─dije.
¾Pobre todo el mundo ─dijo Hadley─. Ricos los gatos, que no tienen dinero.
¾Tenemos mucha suerte.
¾Hay que ser bueno y conservarla.
Para tocar madera golpeamos los dos en la mesa, y el camarero vino a preguntar qué queríamos. Pero lo que queríamos no podía dárnoslo ni él ni nadie, ni aparecía golpeando en mesas de madera o en veladores de mármol”.

domingo, 23 de febrero de 2014

Como Susana y Elvira


“Susana se traga de cualquier pelafo”, como yo; “Elvira insiste que su one no está”, como yo, porque de hecho no creo en el one; “nos pasa a nosotras, le pasa a cualquiera”, sí, a cualquier pendeja como yo...

Hace un par de meses me presentaron esta serie, Susana y Elvira, que a mi juicio pasional es adictiva (lo confieso, estoy esperando la tercera temporada). Si representa o no la vida de las mujeres es una conversación que ya tuve con alguien, y de ahí solo quiero rescatar para este espacio que la respuesta es que fijo hay una gran mayoría para quienes sí es una digna (o no tan digna, quizás) imagen y semejanza de su vida real. Puede que usted o yo no formemos parte de ese conjunto, pero en todo caso también somos conscientes de que “no inventamos nada, el daño ya está”. Rousseau también pensaba así; como yo.

Y así como en la serie, entre peripecias a veces ridículas, a veces dramáticas, a veces absurdas, a veces fantásticas, como todo lo que sucede en Colombia (y no solo en sus telenovelas), se fue este año. Exactamente hace doce meses, todos andábamos escribiendo sobre el fin del mundo –una de las mayores estafas de la vida–, especulando sobre las profecías mayas y las de otros cuantos “iluminados”, atando cabos en el Apocalipsis y esculcando en cualquier mente científica que pudiera corroborar o desmentir la incertidumbre que, desde que tengo uso de razón, provocaba el 21 de diciembre de 2012.

Hoy, casi un año después, obviamente las cosas están peor de lo que estaban el año pasado. Han sacado una serie que se llama Susana y Elvira, por ejemplo, y es un éxito (a mí me encanta; sobre todo, me encanta recordar lo pendejas que nos vuelven los hombres). Bueno, y digo “obviamente” porque es la tendencia (y las tendencias, mal que bien, son inevitables). A ver, acudamos al ejemplo más simple: para nuestros abuelos, la época de nuestros papás era un desastre; para nuestros papás, la nuestra es el desastre; y ya nosotros pensamos en cuál será desastre cuando los hijos que muchos no vamos a tener cumplan tres años y nos echen de la casa, con abogado y todo.

¿Exagerada? Vámonos a lo endógeno, entonces; es fácil: exagerado es que Cali sea ‘pionera’ en violencia entre las ciudades colombianas aunque no hagan sino capturar a los jefes de las grandes bandas delincuenciales que operan en la región; aunque el municipio haga parte de los pocos en donde se ejecuta el Plan Cuadrantes; aunque hoy haya un plan desarme casi total (en 16 de las 22 comunas, como si los que no vivieran en esas comunas “peligrosas” no anduvieran armados también y, peor, no pensaran que es porque se tienen que proteger); aunque haya habido un aumento significativo del pie de fuerza, hayan comprado motocicletas e invertido en iluminación del espacio público; y, lo más irónico, aunque el alcalde Guerrero haya viajado durante todo el año, constantemente a muchos países, a hablar sobre seguridad y convivencia ciudadana y a exponer la experiencia de Cali en el manejo de la criminalidad.

Exagerado también es que se hayan pasado cuatro años recogiendo firmas para revocar el Congreso (que, de hecho, no han sido cuatro, sino quién sabe cuántos…, porque es el mismo cuento que están echando desde que acompañaba a mis papás a votar) y que, seguro, seguro, el año entrante vayan a escoger un “parlamento” igual, sino peor; y, además, bien renovado: con Uribe, Serpa, Navarro… más los que ya llevan lustros, de los lustros, amén. Por último, exagerado es que nosotros, que nos creemos tan inteligentes, compartamos país con una adolescencia que se ubicó entre los peores lugares del mundo en los resultados del Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes, más conocido como Informe PISA (por sus siglas en inglés). Este informe se hace cada tres años en varios países y se basa en una medición cuantitativa de la calidad de la educación de los estudiantes de quince años. Pese a que no creo que este tipo de pruebas representen las capacidades de los estudiantes (y lo digo porque estudié en un colegio donde a los alumnos no nos importaba prepararnos para el Icfes, sino para otro examen [que, según nosotros, merecía mayor respeto], y entonces lo presentábamos como por salir del paso), sí es una vergüenza que Colombia esté entre los países más “brutos” del mundo, y no por brutos sino por la desigualdad que sigue habiendo entre la educación pública y la privada, entre la de la provincia y la de la capital del país, entre las de los municipios de un departamento y la de su capital. Cali tuvo los peores resultados. No sé si el alcalde o los futuros gobernantes quieran pensar que la estrategia para la seguridad y la convivencia ciudadana pueda estar en la educación, que yo sé que es más difícil que la represión. 

Entonces, estoy de acuerdo con que la vida de las mujeres no se puede reducir a Susana y Elvira (y menos a los pelafustanes), ¡pero quién dijo que Colombia –mi cuento querido– sí podía reducir su realidad a tremenda ficción descrita! La serie no es exagerada; exagerado es todo lo que ocurre en el país de la canela y en cada una de sus ciudades. Yo conté una de las cosas más increíbles de la mía. Por eso, como Susana y Elvira, puedo concluir que en Colombia “es la falta de amor [la] que [nos] tiene jodid[os]”. Empezando por el amor propio. 


**Publicado en Kien&Ke