viernes, 3 de octubre de 2014

Mamá Fannita:

Ser tu nieta consentida no fue tarea fácil, menos cuando me tenías acostumbrada a una vida de caprichos cumplidos; incluso desde que era una "divina carga", como me decías cuando pequeña y no caminaba dos cuadras sin que me tuvieras que cargar. Así fue como me creí el cuento de que era tu escritora preferida y como me convenciste de decir "pupitre, "banano", en vez de groserías. 

Hoy entiendo por qué mi primito Agustín después de haber jugado con mi primita Alicia todo el día llora cuando tienen que separarse, y suplica por un ratico más porque "casi no han jugado". Veintiocho años no fueron suficientes contigo; tampoco lo hubieran sido cinco minutos más, un día más ni diez años más. 

Aquí me dejaste, y extrañarte será la primera prueba más dura de mi vida de adulta. Espero tener esa fortaleza que en ocasiones como esta todo el mundo cree que aparece con solo desearla.

Antes de dejarte con tus hijas, te dije: "Mamá Fannita, te quiero mucho". Hoy me quedo con tu "yo también". Cuando tenga la malparidez, te espero en mi cuarto, como cuando te solía mandar la razón con mi mamá. 

Dios mío, gracias por haberme dado a Mamá Fanny de abuela. Ahora es tuya. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Y?