domingo, 29 de marzo de 2020

Y los sueños, sueños son

4 de noviembre de 2019
En la pierna tenía una especie de granito. Y yo me lo espichaba, y él se abría y salía un material como masilla, como rosada, como si fuera el músculo, y yo iba haciendo una bola, cual plastilina. Y me espichaba y sacaba más, y más y más. Y me hice un hueco, cuya superficie estaba tapada por la piel, como si fueran los pétalos de una flor, y ese hueco dolía, y sangraba. Iba a ir al médico, y seguramente me tenían que coger puntos.

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5 de noviembre de 2019
Soñé con mi mamá, otra vez; ella no estaba bien, otra vez. Estábamos en un paseo familiar, como en un resort campestrísimo. Salíamos de la "maloca", después de comer, e íbamos a ir hacia otro lugar; yo quería adelantarme, para "volarme" (supongo) porque me iba a encontrar con alguien. Entonces, le dije a mis papás que no fueran a bajar por la loma; sin embargo, cuando apenas iba media cuadra adelantada, vi que mi mamá se asomaba a la punta de la loma y, trin, se caía, pero ya en ese momento la loma había dejado de ser loma y era como una casa de títeres. De nuevo (porque ya en otro sueño, ella se había lastimado de la misma manera), se golpeaba muy fuerte el codo. Yo me devolví, angustiadísima, obviamente, y la cargué, esta vez como bebé, mientras hablábamos de su dolor, y supongo que íbamos hacia el médico. Yo le echaba la culpa a mi papá porque no la había contenido, sino que la había dejado irse por ahí. Ya en esa parte del sueño, él no aparecía. 

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23 de noviembre de 2019
Estaba de vacaciones con mi familia -en un plan muy similar al del crucero. Donde yo me estaba quedando a dormir era una especie de hostal, que antes había sido una casa de un narco, o sea que allí llegaba a pernoctar un resto de gente, y entre la gente había un cuartel de 'lavaperros', siempre ahí. Una de esas noches (que no era realmente una noche, sino que era de día), llegué y los lavaperros me llamaron para que me sentara a una mesa en la que estaban. Así fue. Uno de ellos me preguntó que si me acordaba del mono (uno de ellos); contó que lo habían tenido que 'despedir'. Yo, muy tranquila, hice una expresión como de "ah..., vea pues". En esas me dijeron que listo, que chao, así muy supernormal, y trin: me pegaron un tiro. Entró por el costado izquierdo, yo creo que perforó el corazón, el pulmón... Sentí el impacto caliente; después, cómo iba perdiendo fuerza. Les decía que por favor me sacaran de la casa (más o menos que me pusieran en el antejardín para que me vieran afuera, supongo que mi familia), que no le negaran el deseo a un moribundo. Pero cuando dije esto último, me lo hicieron repetir porque ya casi no se me escuchaba. El caso fue que supe que me iba a morir, y mientras eso sucedía, yo misma me decía: "¿Eso no era lo que querías? ¿No es lo que siempre has querido?". Pero al mismo tiempo sentía una tristeza pronfunda, de pensar en todo lo que ya no iba a hacer con mi familia.

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7 de enero de 2020
Estábamos en un parque acuático, que previamente era la universidad (pero físicamente tenía las características de mi colegio). Llegando a la portería me encontré con las piscinas, y justamente estaban haciendo el show de las orcas. Al lado de las piscinas grandes, dos pequeñas; estaban algunos niños, y en el medio habían puesto a una orca de 5 días de nacida, "porque no representaba peligro". Yo estaba al margen, al lado de la nana de unos chiquis, con quien me puse a hablar. Cuando, de repente, los niños empezaron a pelear por la orca: que a abrazarla para tirarla a la piscina, que a tocarle la boca... Ese animal se ha emputado y, trin: atacó. Yo no vi qué pasaba, yo di media vuelta. Tampoco vi cuando los entrenadores llegaron y se la llevaron. Pero cuando volteé, la piscina estaba roja. Le arrancó la mano al mocoso, seguramente.

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Plano horizontal vertical en febrero
Con ganas salvajes, de esas que me hacen morder los labios, lo empujé hacia la pared. Los dos sabíamos de qué iba, así que no hubo mucha resistencia de su parte. Nunca habíamos estado tan hambrientamente cerca. A nada de su boca, pero sin atreverme a besarlo, le desabroché el jean. Sentí su verga; dura. Él quería decir algo, pero no lo dejé hablar. La cogí con mi mano derecha, y mientras lo seguía mirando a los ojos, la subía y la bajaba. 

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