He aquí unos extractos del Cuaderno
de Estilo, de Úrsula Velezmoro, que siempre están en la carta de renuncia que tengo escrita desde hace siglos; sí, la misma que creo que nunca entregaré. Se los recomiendo. Léanlos, para que quienes trabajan en redacciones valoren cada pieza del engranaje.
*****
El
corrector de estilo en las redacciones podría ser una especie en extinción, si
tomamos en cuenta la situación de los medios hoy. De hecho, no son pocas las
redacciones donde matan unidades de investigación y, de paso, al corrector de
estilo. Dicen que no son
necesarios, que cada reportero-redactor-editor debe ser responsable de
la nota y que una coma más
o menos no es grave, como tampoco un error en la portada o un titular con una H
(o sin ella) que grita el
descuido.
Quienes
hemos respirado en las redacciones sabemos bien que un diario y los medios online necesitan de los ojos –un poquito
más descansados y expertos– de un corrector de estilo en busca de una edición
pulcra y sin fallas que, al día siguiente, colgará de los kioscos o de la red.
[…]
No somos perfectos. LOS PERIODISTAS
NO LO SOMOS, y hay que admitirlo para escuchar a nuestros
lectores-usuarios-audiencia, y para admitir que, a veces, se nos van las comas
por entusiasmo, negligencia o falta de formación. Esa es la pura verdad. Los
perfectos no son del mundo de las redacciones. No existen. Yo no los conozco. Y
llevo veinte años en este territorio que amo.
La
relación de los periodistas con los correctores de estilo no siempre es la
mejor. Justamente porque a los periodistas –dicen– no nos gusta que nos
corrijan. Con el tiempo, con la práctica y con los errores perpetrados, me
atrevo a aconsejar que esta debe ser una relación de amor y no de indiferencia,
porque de los correctores de estilo aprendemos siempre, día a día, noche a
noche. Y, muchas veces, no nos damos cuenta hasta que hacemos un stop y pensamos tres veces dónde diablos
va la coma.
Esther Vargas
Directora
de Clases de Periodismo
Nuestro
trabajo es silencioso y de mucha concentración, implica estar enterado de los hechos políticos e incluso del más anecdótico
suceso de la farándula. Solo se nos echa de menos cuando se dan cuenta de que
la publicación no contó con uno de nosotros… Somos los correctores: odiados por
algunos, valorados por otros.
Queremos salir del anonimato para
informarles que nuestra labor consiste en enriquecer sus notas, dejarlas aún
más atractivas a la vista y eliminar algún error que se haya pasado. No estamos
para rehacerlas, ni para alterar el contenido, ni mucho menos para criticarlos,
queridos amigos periodistas.
Estamos
para evitar erratas y algunos errores, que se escapan al ojo del autor debido
al apuro, a confiar en el corrector ortográfico de Word, a la larga exposición
al texto, a no tener suficiente iluminación, a leerlo solo en computadora o
pocas veces.
¿Qué
se necesita para ser corrector? ¿Dónde se estudia para ser corrector? Estudié
Humanidades, ¿ya soy un corrector? Un corrector debe saber de Gramática,
Ortografía y Ortotipografía; pero sobre todo debe amar este trabajo, valorar su
lengua y reconocer su variedad dialectal.
Úrsula Velezmoro
Correctora y Lingüista
¡Y, orgullosamente, soy correctora!
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