martes, 21 de junio de 2011

Que me piquen caña

Post en Kien y Ke:

Hace unos días a algunos les conté que hay posibilidades de que en un futuro no muy lejano ande en tractor, con su respectivo conejo tractorista, de que cante en un trencito cañero y de que juegue escondite entre cañaduzales. Les dije que había mandado mi hoja de vida a Cenicaña (Centro de Investigación de la Caña de Azúcar), porque como Sebastián Vallejo no existe haré parte del gremio azucarero. Les pregunto: ¿Ya averiguaron qué hace Cenicaña? ¿Están al tanto de lo que es Asocaña, Procaña y Tecnicaña? ¿Ya identifican el Ingenio Manuelita, el Providencia, el Mayagüez, el Incauca, el Sancarlos? ¿Ya probaron el aguardiente, el guarapo, el azúcar, la panela…? ¿Por lo menos ya saben qué es la caña de azúcar? En fin.

Cenicaña me llamó el lunes a decirme que me entrevistarían el martes. ¿Para qué? Nunca lo supe. Yo sé lo mismo que ustedes: que mandé mi hoja de vida no que apliqué a algún cargo. Así que el martes llegué al kilómetro 26 de Florida (Valle), media hora antes de las dos de la tarde, la hora de la entrevista. De negro, blanco y gris, las uñas azules intergaláctico no pasaron desapercibidas. Esa era la razón por la cual desde por la mañana todo el mundo me había mirado de pies a cabeza, debí suponerlo. Me bajé del carro y mi hermano me dijo que aprovechara para arreglarme que parecía que acabara de hacer educación física: despeinada (realmente despeinada, no como es mi peinado) y con los cachetes rojos. Pero no tuve tiempo. En la recepción me ofrecieron la comodidad de unos hermosos muebles tropicales, donde me quedé dormida.

¡Alto! Esto es importante. Valga resaltar mi primera impresión: el lugar es tan encantador como toda hectárea que tenga caña que se respete. Cuando llegué a la recepción pensé que estaba en un SPA o en Florida (y de hecho estaba en Florida, Valle) y que me iba a hospedar en algún resort de los de Disney; ¡incluso olía a Disney! (quienes han sido Cast Members me entienden).

No sé cuánto tiempo me quedé dormida, pero hasta soñé… que estaba en Florida en un resort de Disney… Cuando, de repente, a lo lejos me gritaron: “¡¡Yo sé qué hiciste el verano hace tres años!!” Me desperté de un brinco, nadie tenía por qué saberlo. Fue tanta la conturbación que ya ni sabía dónde estaba: si en Florida o en Florida. Si estaba en Florida y había soñado que estaba en Florida, o si había llegado a Florida y había soñado que me había quedado dormida en Florida. Mi cuestionamiento no duró mucho pues la recepcionista me anunció que el jefe de la jefe y la jefe me estaban esperando para la entrevista en x sala de reuniones. Y ahora lo peor: ¿en inglés o en español? El caso es que iba para una entrevista y no tenía idea de qué.

Desde que entré a la sala aquella todo fue muy extraño. Una señora muy amable velozmente me ofreció algo de tomar: “Señorita, quiere agua, agua aromática, tinto, gaseosa…”. Pensé que eran muchas bebidas para una sola persona, pero como a “pueblo que fueres haz lo que vieres” (y seguro esa era la costumbre en Florida) yo le respondí: “Sí, todas está bien”.

En la mesa estaba mi hoja de vida, y con lapicero le habían escrito: “Joven investigadora”. Me llamó mucho la atención. Me ofendió, de hecho, y como no podía dejar pasar eso inmediatamente les repliqué al jefe de la jefe y a la jefe: “Prefiero que me digan joven chismosa”. No sé por qué se rieron si yo estaba hablando muy en serio. Luego me dieron la bienvenida y empezaron a hacerme preguntas todavía más raras, pero me imaginé que hacían parte de la estrategia de conocer al aspirante en todas sus facetas (¿según sus reacciones?). Por ejemplo, me preguntaron que si sabía para qué estaban haciendo esa entrevista. Yo en seguida les dije que no me vinieran con raras que ellos me habían llamado para que fuera, no al revés.\\Qué conocía de las variedades. Yo, muy sinceramente, les dije que no tenía mucha experiencia en eso. Que solo había estado con un par, y que coincidencialmente hacían parte del mismo prototipo: más tostados que yo. Así que sexo deliberado y variado no había tenido.\\Que si me gustaba el agro. No dudé en decir que sin duda a Valerie la habían engañado, y que sino igual se justificaba porque había firmado por amor. También dejé en claro lo que miles -y yo- piensan: fue un buen programa; malo fue no haber sido beneficiado.\\Que yo qué haría en Cenicaña de ser contratada. Esta sí fue muy fácil. Dije que haría lo único que no he hecho en esta vida: ¡probar el guarapo!\\Que cuáles eran mis sueños. Confesé que a veces duermo cuatro horas; otras, ocho, y muchas, ni duermo.\\Y por último, que si era virgen. ¡A ver, ni que fuera la más fea!

Cuando ya me había tomado el agua, el agua aromática, el tinto y me faltaba la mitad de la gaseosa y ya me quería ir, a ellos les dio por pedirme la carpeta que debía llevar con algunos trabajos escritos por mí. Y creo que el trabajo que me costó saber qué llevaba fue suficiente. Les pasé tan sólo unas ‘cuatro cosas’ que había impreso; si querían más, que les picaran caña, ¡LITERAL! Pero ¡oh sorpresa! cuando el jefe de la jefe me dijo: “Oiga, pero usted escribe como rico”. Ahí presentí que el trabajo sería mío, que por fin iba a tener un tractor y que sería la esposa de un cañaduzal. Pero cuando íbamos de salida él exclamó: “¿Y esas uñas?”. No podía mentirle, no podía decirle que no eran del color que él creía. Entonces, empecé a cantar: “Bajo el límpido azul de tu cielo, riega el Cauca los campos en flor…”.

¿Qué si tenía preguntas? Pues claro que tenía todo un cuestionario por hacer, pero sólo me limité a…: “Me regalan un pedazo de bagazo para hacerme unos aretes?

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