lunes, 26 de abril de 2010

Por qué no te tengo?

No podía concentrarse, qué más argumento que ese. Ni idea de cuántas bobadas preguntó o de cuántas dejó de preguntar. Ni siquiera escribió, no pudo escribir. A ella le gusta, estoy segura, y no sé por qué se empeña en convencerse(me) de que no es así. Se está “enamorando”? Qué apresurada. Sí, pero yo sé que es encantador, lo sé.

En todo caso, repito, no podía concentrarse, y en lugar de conectarse, contrapreguntar, ir más allá, pedir detalles y demás, sólo podía mirarle la boca y sentir que lo quería besar… que quería tirársele encima, creo yo! No la juzgo, yo tampoco sabría cómo no haberlo sentido.

Él? No sé, sólo sé de ella; porque es como mi otro yo. Pero me atrevo a decir que él… Nada! Mejor me atrevo sólo a decir lo que ella piensa, total, de esto sí estoy segura. Y mientras le miraba la boca –incapaz de concentrarse en lo que tenía que concentrarse- pensaba en lo mismo de todos los días: si no hubiera nadie, y si ella se le tirara encima, él no se correría.

O sí? Sí, a veces piensa que sí. Es más, muchas más veces piensa que sí. Pero en ese momento, eso no era motivo para que dejara de pensar que lo estaba besando. Y? qué sentía? Un vacío tipo montaña rusa. Le gusta, la conozco.

M? Sí, papasito!

Sí que me hacía falta hablar bobadas!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Y?