sábado, 22 de enero de 2011

lo nuestro duró lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks!‏‏

Desde el puerto…

Desembarcaron los Mapaches.

Fue una semana dura… perdí un arete. (Quienes me conozcan sabrán la importancia de ello; y quienes no: tengo tres obsesiones: aretes, calzones y zapatos). Entonces, aquí empieza todo -literal y metafóricamente-.  

Hace algunos meses, unos once meses más tarde (o un año y once meses, o dos años y once meses, o quizás hasta tres años y once meses) me casaría. Lo sé. Lo supe hoy viendo una película: un seis de junio, por la tarde, de blanco en el Plaza Hotel (NY). O en su defecto, cualquier fin de semana, borracha en alguna vereda cercana (con nombre propio).

Pero perdí un arete. Perdí un arete y al mismo tiempo todo se acabó -en las alturas- después de que me dijo: “me han traído hasta aquí tus caderas y no tu corazón”, y me exigió: “búscate otro perro que te ladre, Princesa”.  

Para ser breve, la que más dolió: “no puedo enamorarme de ti.” Y no puedo obviar con qué terminó su discursito -aclaro, con lo que teme cualquier pendeja que pase-: “te cambiaría por cualquiera”. (¡Tranquilos, no todo es tan grave, al menos reconoció que soy una princesa! ¡Cualquiera la otra!)

“Me abandonó como se abandonan los zapatos viejos”, ¡pensé! (¡¡¡y acerté!!!) Y estuve toda la semana como dice aquel: como la “gente sin alma que pierde la calma con la cocaína”. Lo confieso, tanto lo quería que quizás me tome en aprender a olvidarlo “19 días y 500 noches”.

Fue una semana dura… perdí un arete. Bienvenida al “boulevard de los sueños rotos”, ¡me dije! Y sentada en un andén entendí las palabras que algún día había escrito ésta (@Liliana Ceballos García): “Así estoy yo sin ti... Y un amor y un beso... y el sexo y el dolor... y un libro, un abrazo y la fogata... y un vino y otra vez el amor... y todo fue... lo que el viento se llevó....”. Empecé a cantar. Sin mi arete.

P.S.: ¿Te me robaste el arete?
P.S².: Todos tenían razón: “siempre tuv[e] la frente muy alta, la lengua muy larga y la falda muy corta”.


**Agradecimientos a Joaquín Sabina y a los Mapaches

1 comentario:

  1. Sabes que me encanta de leerte, que me trasladas a los momentos que en algún momento me negué a decir que los viví, o simplemente que imagine haber vivido para señalar a alguien de villano y quedar como una princesa, pero sea como sea nunca los reflejó ante una masa que pueda leerlo.

    Sabes que me encanta de tus palabras, que se que salen como uñas que atraviesan el alma.

    Quizá aún la frase "Te quiero" o "Te aprecio" sean una falsedad por el corto tiempo, los escasos momentos y las charlas postergadas pero si se algo...
    Macla yo a ti te leo y te admiro.

    Besos

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¿Y?