lunes, 18 de agosto de 2014

Y París siempre será una fiesta

París era una fiesta
1964, Ernest Hemingway

Esta publicación póstuma es una recopilación de las memorias de juventud vividas por Hemingway y su esposa Hadley Richardson en París, donde fueron pobres pero felices. 

“…en París se podía vivir muy bien por casi nada, y saltándose una comida de vez en cuando y no comprando nunca ropas se podía ahorrar y permitirse lujos”.

“Encontré a Miss Stein en el Luxemburgo. No logro recordar si estaba paseando a su perro, ni siquiera si tenía un perro entonces. Yo me estaba paseando a mí mismo, porque entonces no podíamos mantener ni perro ni gato…”.

“El punto decisivo es que el acto que cometen los homosexuales masculinos es feo y repelente, y luego se dan asco a sí mismos. Se emborrachan y se drogan para apagar el asco, pero su acto les repugna y siempre están cambiando de partenaires y nunca logran ser verdaderamente felices”.

¾Debería usted leer sólo lo verdaderamente bueno o lo francamente malo” (Miss Stein a Hemingway)

“En los tres o cuatro años en que fuimos buenos amigos no logro recordar que Gertrude Stein hablara bien de ningún escritor a no ser que hubiera escrito en favor de ella o hecho algo en beneficio de su carrera, salvo en el caso de Ronald Firbank y más tarde de Scott Fitzgerald”.

“…pensé que todas las generaciones se pierden por algo y siempre se han perdido y siempre se perderán”. (A propósito de La Generación Perdida)


“En aquellos días no había dinero para comprar libros. Yo los tomaba prestados”. (De Shakespeare and Company, la librería de Sylvia Beach)

¾Y yo te querré siempre a ti y tú me querrás siempre a mí”. (Hadley Richardson [la esposa de Hemingway] a él)

¾Yo qué sé, Tatie. Hay tantas clases de hambre. En primavera hay todavía más. Pero ahora ya ha pasado. Ponerse a recordar, eso sí que es una especie de hambre”. (La esposa de Hemingway a él)

“Pero París era una muy vieja ciudad y nosotros éramos jóvenes, y allí nada era sencillo, ni siquiera el ser pobre, ni el dinero ganado de pronto, ni la luz de la luna, ni el bien ni el mal, ni la respiración de una persona tendida a mi lado bajo la luz de la luna”.

“Por entonces, ya había descubierto que todo, lo bueno y lo malo, deja un vacío cuando se interrumpe”.

¾No sé ─contestó Mike─. Bueno, sí que lo sé. Desde luego que lo sé. Una cosa en la que tienes que apostar para divertirte no merece la pena”.

¾¿Qué hay que perdonar? Usted puede siempre hablarme, de esto o de cualquier otra cosa. ¿No sabe usted que los escritores nunca hablar más que de sus propios apuros?”. (Sylvia Beach a Hemingway)

“Por entonces, muchos iban a aquellos dos cafés en la esquina del boulevard Montparnasse con el boulevard Raspail para ofrecerse como espectáculo público, y puede decirse que aquellos cafés equivalían a las crónicas de sociedad, como sustitutivos cotidianos de la inmortalidad”.

¾¿Es Ezra un caballero? ─pregunté.
¾Claro que no ─dijo Ford─. Es un americano”.

“Nunca salgas de viaje con una persona que no amas” (Hemingway a su esposa)

¾Pobre Scott ─dije.
¾Pobre todo el mundo ─dijo Hadley─. Ricos los gatos, que no tienen dinero.
¾Tenemos mucha suerte.
¾Hay que ser bueno y conservarla.
Para tocar madera golpeamos los dos en la mesa, y el camarero vino a preguntar qué queríamos. Pero lo que queríamos no podía dárnoslo ni él ni nadie, ni aparecía golpeando en mesas de madera o en veladores de mármol”.