lunes, 11 de mayo de 2015

Furtivos fragmentos de un discurso desesperado de lunes


Alias El Inglés atenta contra la diversidad cultural y lingüística de El Español

Según datos publicados en 2012 por el Instituto Cervantes [1], en el mundo entero, alrededor de 500 millones de personas hablan español y se espera que en 2030 el 7.5 % de la población mundial pueda entenderse en este idioma [2]; mientras tanto, el número de hablantes en inglés y en chino desciende, y el español ya es el tercer idioma más usado en la red y el cuarto más hablado en la Tierra.

Para quienes el español es nuestra lengua materna, lo anterior describe un panorama de celebración, sobre todo para los que no entendemos cómo la importancia internacional de este idioma no ha sido mayor, si la suma de los países cuya lengua oficial es el español es superior a la de países que hablan oficialmente otros idiomas, como el francés –por ejemplo– y el inglés –por supuesto. 

Sin embargo, surge una nueva preocupación: ¿en qué medida la estandarización a través de redes, asociaciones o documentos, contribuye al fomento de la diversidad cultural y lingüística? 

Ok, abstract, paper, trailer, reel, photoshoot, pet-friendly, mall, mail, pool, outsoursing, in, out, fashion, top of mind, ranking, online, spoiler, drive-thru, back-up, coaching y coacher, update –entre un sinnúmero de palabras en inglés que me llegan a la cabeza en este momento y que muchos usamos cotidianamente– son un breve ejemplo de la cantidad de palabras y expresiones que adoptamos los hablantes de todos idiomas (al menos en Occidente), aun cuando existen en nuestra lengua [3]

Entonces, hablamos del fomento de una diversidad cultural y lingüística de dónde. Para mí la respuesta es clara: gringa; y no precisamente se trata de una diversidad, sino de una estandarización. En la actualidad, en Estados Unidos hay 39 millones de personas que hablan español y se prevé que para 2050 sea el primer país hispanohablante del mundo. ¡Qué peligro! 

Digo peligro porque si la tendencia de la economía de red contemporánea (donde, evidentemente, junto con las divisas también trafica la cultura), es universalizar palabras y expresiones (en inglés, obviamente, porque los gringos han sido son y serán un “trending topic”, pase lo que pase con China y con quien sea), cuando la minoría hispana pase a ser sociológicamente una mayoría [4], expresiones como “mapear” (trapear), “palear” (quitar la nieve con la pala), “te llamo p’atrá” (del inglés I call you back), guiar (conducir), textear (escribir mensajes de texto), parisiar (irse de fiesta), janguear (salir por ahí a divertirse con amigos), entre otras que la RAE sí incluyó en su última versión (2014), entrarán posiblemente en ese español que en 2030 el 7.5 % de la población mundial va a usar como vínculo de comunicación internacional. 

Aclaro que como correctora de estilo no me considero purista, pero sí propugno la ética de las palabras en español; y por esa razón me inquieta el mensaje del didáctico y pedagogo español Miguel Ángel Fernández Pérez: “El español, si quiere estar a la altura de su papel como segunda lengua de comunicación internacional en un futuro cada vez más próximo, debe reflexionar en profundidad acerca de sus orígenes, flexibilizar su ortografía, su fonética, su gramática y su adquisición de vocablos de otras lenguas” [5]

Así que coincido con las declaraciones del presidente de la RAE, Darío Villanueva, que el portal Vozpopuli.com publicó el pasado 25 de abril: “‘La mayor amenaza para el español es el papanatismo’, ha asegurado Villanueva, que ha criticado la utilización de términos ‘ociosos’ en inglés por esnobismo, ‘teniendo una lengua tan rica’ como la española”. 

No obstante, el problema radica en que la enseñanza / el aprendizaje del español está siendo considerado como una industria –¿un negocio?– y, de acuerdo con ello, son las leyes del mercado las que “mandan el juego”. La misma historia se ha repetido con la cultura, la religión… (Insisto: al menos en Occidente). 

En ese orden de ideas, quiero concluir recalcando que cada idioma (con sus múltiples variantes) tiene su propia belleza –sin necesidad de quitarle ni aumentarle nada– y refleja la idiosincrasia y la historia de un lugar. Reconocer esas diferencias y conservarlas conscientemente es lo que nos llevará, seguramente, a fomentar la diversidad cultural y lingüística del español. Y es aquí donde los profesores de español como lengua extranjera tenemos una gran misión en esta era de globalización, estandarización, uniformización y demás sinónimos terminados en “ción” de la economía de red. Léase y cúmplase. 

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[1] Institución pública creada en España para la difusión del español y de la cultura española e hispanoamericana.
[2] Si le interesa, haga el cálculo: la Tierra tiene algo más de 7.000 millones de habitantes en este momento.
[3] Aunque la verdad es que puede que existan en nuestro idioma, pero las ignoramos porque ya las usamos en inglés; nos acostumbramos.
[4] Según Carlos Alejandro David, presidente de Santillana USA, “el colectivo hispano en los EE. UU. es el segmento de la población de más rápido crecimiento –tanto en lo demográfico como en cuanto a poder adquisitivo”.
[5] Documento inspirado en el séptimo Congreso Internacional de Asele (Asociación para la Enseñanza del Español como Lengua Extranjera).