sábado, 19 de febrero de 2011

Érase una vez otra prostituta que se llamaba María



Un jueves dejé de creer en el amor, y así empezó todo: érase una vez otra prostituta que se llamaba María. Misteriosamente tranquila, un día cualquiera estaba deleitándome con mi compañía, sentada en una librería, comiéndome mi helado preferido, mientras pensaba en mil y una bobadas, a huevo más profundas que las de las mesas de al lado.

A mis 25 había besado a más de 30. Me había acostado con un par....
Dos hombres: al segundo quise haberlo amado; al otro, lo odiaré siempre. Había salido con uno, con otro, sido la otra de este y de aquel, soñado y sufrido. Lloré a uno, dos, tres, cuatro... ...dieciocho, diecinueve y en fin, y confirmé una vez más que sola también podía estallar de placer.

Cumplí 25 años. Y descubrí que el revés no es precisamente lo opuesto sino el revés. Ahora tenía una guía, al menos, para saber cómo estaban hechas las cosas de la vida si las tomaba por el revés. Porque Juan Benet decía que el derecho engañaba, engañaba siempre. Entonces, ¿qué haría después? Quizás nunca descifrara el verdadero significado del amor, o como me dijo alguien -un día de junio- cuando me leyó la mano: habrá muchos -MUCHOS- antes del que es. Según él, seguramente una vez más saldré con tal, me tocará, lo tocaré, se acabará. Vendrá otro. Hasta que tenga la madurez de asumir que el amor es una decisión, que hasta el más pendejo e inestable puede tomar. Pero tengo 25 años, dato irrelevante, y un jueves dejé de creer en el amor.

Todas las historias de amor son iguales, ¡menos la mía! Él nunca supo que mi color preferido es el rojo, que le tengo miedo al aburrimiento, que soy alérgica a las lágrimas, que siempre he querido usar tacones pero tengo pie plano, que amo locamente… el chocolate y las gomitas, y que por culpa suya dejé de comer y a veces de dormir, y algo muy importante: que me tocó cambiar de perfume. Jamás se enteró de que era zurda y que me había tocado aprender a escribir con la mano derecha, que hubiera querido ser arquitecta y que cuando era pequeña viví tres años en El Salvador.

Pero el problema era que ya no sabía de qué historia de amor estaba hablando. Me estaba leyendo al menos un libro por semana y me volví una adicta a la televisión y al cine –para salir de la monotonía del llanto- e inesperadamente pasaba que me creía la protagonista. Sí, algo así como trastorno de personalidad, en otros términos. Fue así como me volví bulímica; quise ser la periodista que se acostaba con el jefe (equis, esto lo hice); me metí en clases de violín. Insisto, fue así como creyéndome Lol V. Stein dejé de terminar las frases en voz alta; como quise ser un Ángel (para enamorarme del diablo); llamarme Veronika (e intentar suicidarme para luego, finalmente, hacer el amor con un esquizofrénico); enamorarme de un seminarista; y ser una prostituta. Érase una vez otra prostituta que se llamaría María. Me gustaba la idea, total él me había vuelto una adicta al sexo. El problema era que decidía con bastante rapidez, y cambiaba de parecer aun más rápido.

…de repente –como todo en mi vida, o en la de todo el mundo- recibí un e-mail. Acto seguido, los ojos de todo el mundo estaban en mí, y el mesero me estaba trayendo un vaso de agua y un platillo con mil servilletas. Se me alcanzó a correr la pestañina.

Ahora con rabia, sabía que había viejas inmundas que tenían novio, o por lo menos se las comían; tipos horribles que se casaban… y ahí estaba yo. Me miraba al espejo: una vieja que estaba buena y que era linda, con un color de pelo que todos los peluqueros envidiaban (aunque sé que muchos hombres dicen preferirlas morenas); con unos ojos que a varias “suegras” (aclaro: ni ellas eran mis suegras ni ellos mis novios. O sí, pero ninguno –ni suegra ni novio- se enteró) les parecían hermosos, con unas pestañas que por tonta siempre había preferido envidiar en otros ojos; y con una sonrisa que encantaba. Era inteligente y astuta como muchas –me imagino-, ¡y tenía un sentido del humor absurdo como pocas!

Quizás no me maquillaba mucho, o no siempre andaba en zapatos altos, y a veces la cartera que usaba no combinaba con nada (cosa que según las fashion rules ya no importa), pero frente a mí tenía a una loca, con una memoria excesivamente selectiva…, ¡que terminaba siendo no excéntrica sino exótica! A ver, ¿y a quién no le gustaría eso? Llevaba 25 años preguntándomelo. Parecía ser mucho para el mundo; todos decían no merecerme. Pero ahí seguía yo: la mujer que muchos bastardos habían llamado “deliciosa"; y otros, “extraordinaria”. Otra vez estaba tranquila, deleitándome con mi propia compañía.


Fue así como empecé a fumar, a tomar whisky (más tarde que temprano dejó de saberme a perfume)… y de vez en cuando cosas más fuertes. Érase una vez otra prostituta que se llamaba María.

sábado, 5 de febrero de 2011

¡Pero era obvio!, me hubiera puesto un girasol


NOTA: Hace muchos meses, en un ataque de locura (contagiada), bajé este escrito del blog. Pero vuelvo y lo subo porque esto también hace parte de mi historia!!!!! (y no sé a quién le estoy dando explicaciones)

FEBRERO de 2010
Me puse una rosa en la cabeza porque no supe cómo más llamar la atención. Pero era obvio! Me hubiera puesto un girasol!!!

El caso es que así llegué. Emocionadísima era poco. Pero cancelaron el evento. Puta madre! “hoy” no conocería a Michel Maya. Con la rosa en la cabeza me senté en “cualquier parte” de mi universidad a limarme las uñas, cuando TRIN me llamo ésta: “adiviná a quién tengo en frente?” Y como no se me ocurrió nada más imposible le dije: “Michel Maya!!!!!!”. Y me creerán que sí? Pues sí, entonces con rosa en la cabeza y todo salí corriendo y cuando llegué al frente de ésta, donde éste estaba, CASI ME MUERO! O sea, literal. Verde, amarilla, rosada, morada, azul… me puse de todos los colores, antes de que como una tonta sólo dijera: “Hola”.

Qué? Que qué me está pasando? Cómo así? Qué querían? Que lo hubiera cogido de la mano, hubiera parado su marcha, le hubiera dicho “Yo soy Ma. Clara Navia, la que una vez hizo un boletín de prensa que no se publicó. Me das un beso y un girasol por favor? Ah! Y nos podemos tomar una foto? Te molesta que te diga “mi amor”? Sí, es que no sé si sabías, pero te tengo en facebook… Desde que vi tu primera foto, en tu página michelmaya.com (que visito 1000 veces al día, tanto así que me sé TODO de memoria), quedé enamorá’, tragá’ de ti, de tu mirada encantadora, de un no sé qué que me enamora, que me vuelve loca…”. O sea! Ah?????!!!!!!!!!! Pero la verdad es que me desconocí, en otras épocas no habría dudado en tirármele encima, hasta darle un beso, gritarle en su misma cara: “PAPASITOOOOOOOOOOOO!!!!!!”, cosa que sí, hice, pero a sus espaldas… cuando seguramente no me escuchaba ya! Y llega un profesor, atraído por mis gritos, se me acerca y me dice: “Él ya lo sabe? Seguramente que si supiera todo eso que sientes, haría algo”. Claro, caucionarme porque podría representar un peligro para su seguridad!!! A nadie (y que lo digan los presentes en la lista) le gustaría tenerme a mí de acosadora! Repito, a nadie!!!!! Jajajajajajajajajajajajajajajaja Esto es real! Jajajajajajajajajajajajajajajajaja

Ah bueno, entonces lo vi, le dije “Hola”, casi me muero, y ya! Fin de la historia de amor entre Michel Maya y yo!

ESTOY ENAMORADA DE MICHEL MAYA!!