Mañana 20 de julio sube
$100 el MIO, y los usuales disidentes tienen preparada una movilización pacífica
llamada “DesMIOvilízate, tu bicicleta te espera”. Pero como yo no tengo
bicicleta (la estática no la puedo sacar de mi cuarto) ni soy pacífica, si
tengo la misma ira que tuve el martes por culpa del bueno-para-nada sistema de
transporte, mañana le voy a tirar piedra al MIO. Por fin podré entender a los
univallunos que son vándalos y a los terroristas de ‘lafar’, cuando sienta el
placer que me va dar quebrar los vidrios de ese adorno azul.
Sí, adorno. El MIO no ha servido para
mucho más que adornar una ciudad que, para qué negarlo, en los últimos años se
ha embellecido, y el bus ese y todo su sistema han sido parte fundamental de
ello. ¿Pero resulta que quién dijo que un sistema de transporte era de adorno?
¡Qué dijeron, pues! La ciudad de las barbies, la de los Polly Pocket, ¿o qué?
El bus es
para transportar a la gente, y si es el único sistema de transporte masivo que
hay (y que habrá), pues no solo debe cumplir con transportar a la gente, sino
con hacerlo eficazmente. Pero pasa que el MIO no sirve para nada. Tiene casi
cuatro años y si acaso gatea. Tiene el 87 % de cobertura, 82 rutas (711 buses,
de los cuales 174 articulados, 397 son padrones y 140 son complementarios),
pero –me atrevo a decir– el 100 % de sus usuarios, inconformes. Con el MIO uno
entiende la tasa de desempleo en Cali. ¡A cuántos no habrán echado de sus
trabajos por llegar tarde!
A mí no me
echaron, pero sí me multaron, y no en el trabajo sino en la EPS, porque por
enésima vez consecutiva perdí la cita, que puse a una hora racional para poder
salir de mi casa con tres días de anticipación. Aunque pensándolo bien, la
culpa es mía por no prever que, contrariamente a las grandes ciudades, el MIO
no tiene horario –mucho menos fecha en el calendario–, así que pasa cuando se
le apetece (hay media hora, cuarenta minutos, entre dos buses de la misma
ruta), cuando no es que juegan con el usuario al quita y pone la ruta del
tablero electrónico de las estaciones (“ya viene en diez minutos. Ahora es en
veinte. No, ya no viene”). ¡Y encima de todo se va a cero kilómetros por hora!
Perder mi cita fue culpa mía, repito, por no haber salido con cuatro días de
antelación y no con tres.
Los
funcionarios encargados, empezando por el Alcalde, que dicen que el sistema de
transporte está mejorando cada día más que se callen, que se callen porque ellos no
montan en MIO y a ellos no les ha pasado que hasta a su grado han llegado tarde.
¿Que le
suban $100 porque por cada usuario están perdiendo $87 y van a quebrar? Raro…
porque no veo qué otra cosa fuera del MIO puede usar la gran parte de la gente
si la mayoría de buses de las “competencias” del masivo ya los han sacado, y la
meta antes de que se acabe este año es chatarrizar 5000 más. Démosles el
beneficio de la duda y supongamos que así es, que de no recuperar esos $87 por
cada pasajero, ‘repailas’. Pues, ¡bien hecho! Por inútiles. Y que conste que
una persona racional no se alegra por que una empresa exitosa vuele en átomos.
Es claro
que todos pagaremos los $100 de más, pero también es claro que lo haríamos con
gusto si el MIO respondiera a las necesidades de la ciudad del siglo XXI en la
que quiere convertirse Cali. ¿En qué ciudad es? Con este “modus operandi”, ni idea. Lo que sí sé es que si
alguna vez dije que a mi futuro novio lo iba a conocer en el MIO –el día que él
tuviera pico y placa–, pues ni al caso, porque como sea haré que mi bicicleta
estática salga de mi cuarto.
NOTA:
¿Metrocali o el señor Guerrero quieren pagar la multa que EPS Sánitas me puso
por llegar tarde y perder la cita? ¿No? Me lo supuse. Sin embargo, yo sí tengo
que dar $100 de más al MIO aunque siempre pase tarde, ‘teto’ y vaya a cero.
Bueno, y a todas estas, no estaría mal exigirle a nuestro sistema de transporte
masivo una rendición de cuentas. De cien en cien se hacen maravillas. ¡Que las
hagan!
@LaPavaNavia
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