martes, 2 de noviembre de 2010

SOBRAN LAS PALABRAS

SOBRAN LAS PALABRAS 
(Ma. Mercedes Carranza) 
Por traidora decidí hoy,
martes 24 de junio,
asesinar algunas palabras.
Amistad queda condenada
a la hoguera, por hereje;
la horca conviene
a Amor por ilegible;
no estaría mal el garrote vil,
por apóstata, para Solidaridad;
la guillotina como el rayo,
debe fulminar a Fraternidad;
Libertad morirá
lentamente y con dolor;
la tortura es su destino;
Igualdad merece la horca
por ser prostituta
del peor burdel;
Esperanza ha muerto ya;
Fe padecerá la cámara de gas;
el suplicio de Tántalo, por inhumana,
se lo dejo a la palabra Dios.
Fusilaré sin piedad a Civilización
por su barbarie;
cicuta beberá Felicidad.
Queda la palabra Yo. Para esa,
por triste, por su atroz soledad,
decreto la peor de las penas:
vivirá conmigo hasta
el final.

sábado, 30 de octubre de 2010

Furtivos Fragmentos de un Discurso Desesperado I

Con un lenguaje chabacán, que no se le veía para nada bonito ni bien ni nada, pero que lo usaba porque sin duda quería ser su “amiga” –como si una mamá pudiera jugar ese doble rol, y peor: al mismo tiempo!!!– le preguntó:

          - Usted le está “cayendo” –óigase bien: cayendo– a él, o él le  está “cayendo“ –otra vez, cayendo- a usted?

Intranquila, como cuando le hablan de él, quitándole la mirada de sus ojos para que su mamá no notara las impertinentes lágrimas, respondió:

          - Ni lo uno ni lo otro. Ya me cayó, ya me comió, ya me dejó.

Ahora vive de su olor, en su pelo, porque más que un shampoo, todas las mañanas ella se echa una historia.


*Escrito publicado sólo en el Blog

viernes, 29 de octubre de 2010

Publicación Opinión
El Giro
Nov 2009

“Por una causa hay que dar la vida”

“Por una causa hay que dar la vida”, dijo una vez Jaime Garzón, bajo su personaje Heriberto de la Calle hablando de lo que había aprendido de Luís Carlos Galán.

Cuando nunca antes Colombia me había dolido, me sorprendí diciendo que como periodista me haría matar por mi país. Pero, en una misma semana escuché a varios de mis profesores que reiteraban, con criterio suficiente, que no valía la pena hacerse matar por nada en este país. Repito, por nada.

Guillermo Cano, asesinado el 17 de Diciembre de 1986; Luís Carlos Galán, asesinado el 18 de Agosto de 1989; Jaime Garzón, asesinado el 13 de Agosto de 1999. Y ciertamente muchos más ciudadanos son los que han muerto por este país, por esta Colombia.

A Cano lo mataron por protestar contra la corrupción y el silencio cómplice. Galán murió con la esperanza de una política transparente: sin narcotráfico y comprometida realmente con su pueblo. Por su parte, a Garzón lo asesinaron por lo mismo por lo que le pagaban: por decir la verdad. Los tres murieron convirtiéndose en mártires de sus ideas; murieron, tal vez, con el anhelo de que esta Colombia despertara.

¿Y en dónde estamos? Ese importante giro en el planeta parece ser insignificante. ¿Qué ha cambiado? Así como en el 86, en el 89, y en el 99 el país en el 2009 sigue siendo un caos y seguimos dejando que nos gobiernen hasta el silencio.

En búsqueda de una nueva sociedad y de otras garantías, ¿qué tal si la Oposición dejara de hacer oposición para hacer “proposición”? Y, ¿por qué no enfrentamos esta cultura de indiferencia y apatía y hacemos de nuestro paso por este país una obra justa que sustente nuestros derechos?

Y así, adquirir dignidad para que no nos vuelva a dar vergüenza gritar que somos colombianos. Y para que, tal vez, en un futuro sí valga la pena decir –sólo decir- que “por una causa hay que dar la vida” por este país.

*Escrito publicado en El Giro, y en el Blog