viernes, 18 de septiembre de 2015

Verso en prosa libre

Con la nostalgia del primer amor, aún evoco esa primera pasión, cuando veinticuatro horas por segundo te perdías en mi mundo. Añorando un concierto de sudores aún sin decidir, recuerdo la ansiedad de letras interminables que muy tarde llegaste a descubrir. Y con la frustración de un apremio inconcluso, rememoro ese beso apasionado que te di junto con mis primeros anhelos; ese único beso que se transformó en un deseo irrebatible de extasiarme eternamente en la condena. Y desde esa noche busco aquel primer ardor que nos sigue esperando en los confines.



lunes, 11 de mayo de 2015

Furtivos fragmentos de un discurso desesperado de lunes


Alias El Inglés atenta contra la diversidad cultural y lingüística de El Español

Según datos publicados en 2012 por el Instituto Cervantes [1], en el mundo entero, alrededor de 500 millones de personas hablan español y se espera que en 2030 el 7.5 % de la población mundial pueda entenderse en este idioma [2]; mientras tanto, el número de hablantes en inglés y en chino desciende, y el español ya es el tercer idioma más usado en la red y el cuarto más hablado en la Tierra.

Para quienes el español es nuestra lengua materna, lo anterior describe un panorama de celebración, sobre todo para los que no entendemos cómo la importancia internacional de este idioma no ha sido mayor, si la suma de los países cuya lengua oficial es el español es superior a la de países que hablan oficialmente otros idiomas, como el francés –por ejemplo– y el inglés –por supuesto. 

Sin embargo, surge una nueva preocupación: ¿en qué medida la estandarización a través de redes, asociaciones o documentos, contribuye al fomento de la diversidad cultural y lingüística? 

Ok, abstract, paper, trailer, reel, photoshoot, pet-friendly, mall, mail, pool, outsoursing, in, out, fashion, top of mind, ranking, online, spoiler, drive-thru, back-up, coaching y coacher, update –entre un sinnúmero de palabras en inglés que me llegan a la cabeza en este momento y que muchos usamos cotidianamente– son un breve ejemplo de la cantidad de palabras y expresiones que adoptamos los hablantes de todos idiomas (al menos en Occidente), aun cuando existen en nuestra lengua [3]

Entonces, hablamos del fomento de una diversidad cultural y lingüística de dónde. Para mí la respuesta es clara: gringa; y no precisamente se trata de una diversidad, sino de una estandarización. En la actualidad, en Estados Unidos hay 39 millones de personas que hablan español y se prevé que para 2050 sea el primer país hispanohablante del mundo. ¡Qué peligro! 

Digo peligro porque si la tendencia de la economía de red contemporánea (donde, evidentemente, junto con las divisas también trafica la cultura), es universalizar palabras y expresiones (en inglés, obviamente, porque los gringos han sido son y serán un “trending topic”, pase lo que pase con China y con quien sea), cuando la minoría hispana pase a ser sociológicamente una mayoría [4], expresiones como “mapear” (trapear), “palear” (quitar la nieve con la pala), “te llamo p’atrá” (del inglés I call you back), guiar (conducir), textear (escribir mensajes de texto), parisiar (irse de fiesta), janguear (salir por ahí a divertirse con amigos), entre otras que la RAE sí incluyó en su última versión (2014), entrarán posiblemente en ese español que en 2030 el 7.5 % de la población mundial va a usar como vínculo de comunicación internacional. 

Aclaro que como correctora de estilo no me considero purista, pero sí propugno la ética de las palabras en español; y por esa razón me inquieta el mensaje del didáctico y pedagogo español Miguel Ángel Fernández Pérez: “El español, si quiere estar a la altura de su papel como segunda lengua de comunicación internacional en un futuro cada vez más próximo, debe reflexionar en profundidad acerca de sus orígenes, flexibilizar su ortografía, su fonética, su gramática y su adquisición de vocablos de otras lenguas” [5]

Así que coincido con las declaraciones del presidente de la RAE, Darío Villanueva, que el portal Vozpopuli.com publicó el pasado 25 de abril: “‘La mayor amenaza para el español es el papanatismo’, ha asegurado Villanueva, que ha criticado la utilización de términos ‘ociosos’ en inglés por esnobismo, ‘teniendo una lengua tan rica’ como la española”. 

No obstante, el problema radica en que la enseñanza / el aprendizaje del español está siendo considerado como una industria –¿un negocio?– y, de acuerdo con ello, son las leyes del mercado las que “mandan el juego”. La misma historia se ha repetido con la cultura, la religión… (Insisto: al menos en Occidente). 

En ese orden de ideas, quiero concluir recalcando que cada idioma (con sus múltiples variantes) tiene su propia belleza –sin necesidad de quitarle ni aumentarle nada– y refleja la idiosincrasia y la historia de un lugar. Reconocer esas diferencias y conservarlas conscientemente es lo que nos llevará, seguramente, a fomentar la diversidad cultural y lingüística del español. Y es aquí donde los profesores de español como lengua extranjera tenemos una gran misión en esta era de globalización, estandarización, uniformización y demás sinónimos terminados en “ción” de la economía de red. Léase y cúmplase. 

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[1] Institución pública creada en España para la difusión del español y de la cultura española e hispanoamericana.
[2] Si le interesa, haga el cálculo: la Tierra tiene algo más de 7.000 millones de habitantes en este momento.
[3] Aunque la verdad es que puede que existan en nuestro idioma, pero las ignoramos porque ya las usamos en inglés; nos acostumbramos.
[4] Según Carlos Alejandro David, presidente de Santillana USA, “el colectivo hispano en los EE. UU. es el segmento de la población de más rápido crecimiento –tanto en lo demográfico como en cuanto a poder adquisitivo”.
[5] Documento inspirado en el séptimo Congreso Internacional de Asele (Asociación para la Enseñanza del Español como Lengua Extranjera).

sábado, 21 de febrero de 2015

¿Y cuándo volverá a cambiar el paradigma?


El cambio de paradigma entre la pedagogía tradicional y la pedagogía contemporánea (humanística) y los grandes aportes a la enseñanza-aprendizaje de lenguas


Ayer fui estudiante; hoy soy profesora (y ojalá algún día llegue a ser una digna investigadora de la Didáctica). Si bien me gradué del pregrado hace relativamente poco (tres años), me atrevo a decir que estudié en la época en la que todavía importaba más quién lo dijera que lo que se hubiera dicho; ese era el único argumento de autoridad válido; no se podía deducir, suponer, ensayar, ni atreverse a formular teorías, porque el estudiante no tenía el reconocimiento, la trayectoria ni las competencias para hacerlo. ¿Qué tipo de estimulación del aprendizaje era ese? No había ninguna apropiación del conocimiento mediante el descubrimiento. Y, seguramente contrario a lo que un docente espera, esa repetición de un conocimiento memorizado como verdad absoluta generó en muchos un desdén por la investigación y un adormecimiento del análisis y el razonamiento.  A mí me sucedió.

La pedagogía tradicional fue un intento de hacer las cosas bien, y así lo creyeron mientras duró; mal que bien, muchos ilustres fueron hijos pródigos de ese tipo de educación, esta entendida como la acción que se ejerce sobre un individuo o un grupo de seres humanos con el objetivo de influenciarlos o modelar su comportamiento, según Hadji: “L’action exercée sur un individu ou un groupe d’ êtres humains en vue d’ infléchir ou de modeler leur comportement” (1995: 86). Y de ellos aprendieron nuestros profesores y, a su vez, los suyos. Por su parte, la pedagogía humanista (la contemporánea) privilegia el papel del maestro como facilitador, como ayudante en la apropiación del conocimiento, y no como dictador ni como un proveedor de ideas listas para consumir. Hoy es ella la que cree estar haciendo las cosas bien.

Actualmente soy profesora de Expresión oral y escrita, y desde hace tres años me he preparado (quizás inconscientemente) para estimular el aprendizaje, más que para transmitir el conocimiento. Porque “todos sabemos algo. Todos ignoramos algo. Por eso, aprendemos siempre” (Paulo Freire, pedagogo, educador y filósofo brasilero), hoy invito a los estudiantes a crear la clase conmigo, a nutrir el programa académico, a cuestionarlo, es decir, a desempeñar un rol activo en el aula, un rol creativo, con base en su contexto, en sus experiencias, necesidades y falencias, porque entiendo que para aprender tiene que haber disposición y, además, que la autogestión es una herramienta que debe estar de mi lado.

Por último, con respecto a la enseñanza y al aprendizaje de lenguas (extranjeras, sobre todo), la pedagogía humanista ha sido el primer paso para renovar el quehacer que se ejerce en el aula, así como los modos de hacer. Como el estudiante (considerado ahora un ente activo) tiene la mayor parte de la responsabilidad de su formación, tiene la posibilidad (por no hablar del deber) de determinar junto con el profesor los objetivos que sean más convenientes y pertinentes de aplicar en la asignatura. Una vez definidos, el maestro-facilitador meterá en el equipaje de la enseñanza las funciones de la lengua que le parezcan más significativas, así como los métodos de construcción y transmisión de saberes y técnicas, que estarán alineados con dichos objetivos. 

viernes, 10 de octubre de 2014

Furtivos fragmentos de un discurso desesperado 1000: Una historia diferente

Fue una tragedia romántica

Seré breve*. Sucedió así**:

Vea, cualquiera que hubiera sido la teoría que me inventé, esa se confirmó cuando 1) me presenté en la primera reunión de trabajo (y dije un poco de pretenciosas pendejadas sobre mí); y 2) cuando me tocó exponer sobre mi página preferida de internet, o sea, inventarme de todo sobre la única página que recordaba visitar. Así fue como sentí que él me miraba como si se hubiera encontrado con alguien que no tiene doble en el mundo: con una curiosidad que a mí me causaba todavía más curiosidad. ¿Y yo qué? Sí, claro, yo también lo miraba, mientras mentalmente aceptaba que ahora me tumbaban con barba. De hecho, hasta tuiteé algo al respecto, que evidentemente me tocó borrar cuando él me dio follow, ¡porque qué boleta! 


En forma empezamos a coquetearnos un lunes. El lunes de la inauguración de la empresa en la que trabajábamos. Ese día me salvó del fastidioso modo de masticar chicle de uno de sus jefes y de un man todo intenso que me quitaba el lapicero con el que yo estaba haciendo apuntes, y por la tarde en un coctel de la misma vuelta– me dijo que estaba muy bonita. Y yo, ¡matada! Esa noche, tras dos copas de vino, yo ya quería irme con él a Cartagena. Obvio, marica, que yo estaba lista y muy dispuesta; o sea, ¡era en serio! Pero se fue la noche, se fue él y me fui yo; cada uno por un camino distinto, ninguno para Cartagena. 

Los días pasaron, los correos entre los dos también. ¡Pero espere, que falta lo principal! ¿Yo le conté lo del pin: que nunca me quiso agregar al chat de BlackBerry? ¡Cómo no si yo le había contado eso a todo el mundo!, ¿no ve que hacía parte de las cosas sospechosas del tipo? Acuérdese que cuando supuestamente yo iba a ir a su ciudad a hacer unas vueltas, yo le dije que me pasara su pin, pero me dio fue su número telefónico que porque aunque tenía BlackBerry no tenía en chat. En ese momento, realmente no me pareció raro porque a mí también me da por desinstalarlo, ¿así que por qué no podría ser un inestable como yo? Pero... resulta que un día que salimos a comer, me di cuenta de que el chat ese sí le funcionaba y que, sencillamente, no me quería agregar. Ahí fue la primera vez que pensé que fijo tenía novia (ajá, y por una llamada que atendió lejos de mí, obviamente). 

Tiempo después, así de la nada, le dediqué una canción, esa de cruzar los puentes, de saldar las cuentas pendientes; la que dice cuándo y dónde, que el encuentro no había sido asunto del azar, que no había que pensarlo, que no se podía perder esa oportunidad. Breve (como si fuera así de fácil como componer una canción): que dejara a su novia y se fuera conmigo. ¡No, espérese, que hasta ahí yo estaba convencida de que, en efecto, tuviera novia, pero me quedaba el 1 % de incertidumbre! 1 % que duró hasta que me dijo lo que dicen todos: que sí tenía novia, pero que había aparecido yo en su vida, que yo también le gustaba muchísimo, que yo era un sueño de mujer, y en fin. Fue duro, pero yo ya lo veía venir. Y, bueno, le dejé clarísimo que era un hombre prohibido para mí, que yo no iba a ser los cachos de nadie, y todo eso que usted sabe que pienso. 

¡Desde ese día empezó Cristo a padecer! Después de eso se me alborotó el desespero. No se imagina cuánto me di cuenta que me gustaba el tipo. Mucho. Es decir, ¡me gustaba! Y usted sabe que desde el innombrable no sentía nada por nadie, ¡y menos un zoológico entero! De hecho, creo que con ese cuyo nombre no podemos mencionar ni mariposas sentí. Bueno, usted sabe todos los pormenores, así que para qué le cuento más. Mejor sigamos. 

Le escribí diciéndole que nos escapáramos, que nos voláramos. Claramente, ¡qué me iba a contestar! Y, entonces, yo me emputé y no le volví a escribir. ¿Y sabe qué? El muy descarado me preguntó por qué había dejado de hacerlo. Entonces, yo me llené de coraje y le mandé un listado (bastante largo, por cierto) de motivos. Como quince mil, pero los más importantes eran dos: que él tenía novia y que no me lo había dicho desde un comienzo, y que, entonces, aunque me gustara mucho, yo no podía hacer nada. 

Ese día oficialmente empezó esta tragedia, Tragedia romántica. Además, porque el muy atrevido me incluyó en sus problemas con un “¿qué hacemos?”. ¿Qué íbamos a hacer? ¡Pues nada! Marica, yo no le podía decir que dejara su vida por mí, que saltáramos al vacío, que esto y que lo otro. No se lo podía decir pero se lo dije, ¿no? ¿Usted puede creer que estas cosas todavía me pasen a mí? ¡No hay derecho! 

Comprensible era que él tuviera una vida hecha (“hecha”; usted y yo sabemos que nadie tiene la vida totalmente hecha); que yo pudiera representar un escape que ni idea si era real o ficticio; y que ninguno de los dos supiera qué hacer al respecto. Comprensible, pero debatible. Debatible porque yo insistía en que por algo nos habíamos cruzado; en que si se acababa el mundo, perderíamos una última oportunidad; en que… No me acuerdo qué tanto le dije alguna vez ni si me mostré muy desesperada. El caso fue que no llegamos a ninguna conclusión; o, bueno, sí, a la misma descarada de siempre: “¿qué hacemos?”. 

¿Y qué hicimos? Nada hicimos.

*Breve, porque la historia es larguísima.

**Y lo que "sucedió así" fue lo que recorté, edité y pegué de la historia real.

Prólogo

El sueño de muchos es que saque un libro, y no precisamente de la biblioteca para leerlo. Hace un par de años decidí hacerlo. Muy a mi estilo, imprimí e hice anillar todas mis publicaciones en el portal Kien y Ke para dárselas de cumpleaños a mi abue. Este fue el prólogo de aquel libro:

Esta recopilación de escritos forma parte de la sección Kien Bloguea de la revista virtual Kien y Ke, en la cual tengo un blog desde marzo de 2011 gracias a un tuit. Aquí están todos los artículos que he publicado ahí: desde el primero (marzo de 2011) hasta el de la semana pasada.

Mamá Fanny:
Serás la primera (y creo que la única) en tener un libro que muchos quieren: un libro mío. Modestia aparte. Normal. Espero que no te vayas a escandalizar. Como me dio pereza censurarme, mejor piensa que todo es inventado.

¡Feliz cumpleaños!

Te amo