martes, 21 de febrero de 2017

Papi, se acabó el agua


Desde que tengo uso de razón nos están anunciando que la lucha por el agua podría ser la causa de la tercera guerra mundial; dicen que el 2070 todas las fuentes hídricas estarán agotadas para siempre.

En Cali, desde hace varios años, cuando llueve demasiado o cuando pasa mucho tiempo sin llover, se va el agua: o tenemos problemas con la potabilización del agua del río Cauca, que abastece al 70 % de la ciudad, o hasta los reservorios cruzan el umbral mínimo de almacenamiento.

Si una ciudad atravesada por siete ríos tiene problemas graves de abastecimiento del líquido vital, no me imagino qué está pasando en el resto del mundo. 

Hoy publico "Papi, se acabó el agua", un guion para radio hecho en 2007 por Conociendo el Mar Producciones, cuando la situación no estaba mejor que ahora.

Dicen que Colombia está vendiéndoles agua a otros países; mientras tanto, en muchos departamentos ya ha habido muertos por sed. 

#
CONTROL
DESCRIPCIÓN / CONTINUIDAD / PARLAMENTOS
TIEMPO
(s)
2
CONTROL
Cortina
5
3
VOZ TÍTULO
“¡Papi, se acabó el agua!”


4
CONTROL
Cortina
3
5
CONTROL
Ambientación sonido naturaleza de mañana.


VOZ NARRADOR
Un domingo soleado, a las 10:00 a.m., en la casa de la familia Roldán Castro…


6
DRAMATIZADO
VALENTINA
VOZ DESESPERADA
Papi, ¿dónde está el champú para bañar al perro?




CONTROL
Sonido tanque llenándose.


7
VALENTINA
VOZ DESESPERADA
¡Ya puse a llenar el tanque de agua!

8
VOZ PAPÁ
FASTIDIADO
¡Búsquelo! ¿Dónde lo dejó la última vez que bañó al perro? ¿Cuándo fue eso? El martes, ¿no? Pues ahí tiene que estar.
Venga más vale y ayúdele a su hermano a lavar el carro.



9
CONTROL
Efecto mmmmm



10
VALENTINA
VOZ RESPONDONA
¿Y por qué no lo ayuda usted? Yo voy a bañar a Crispeta.



12
PAPÁ
VOZ  REGAÑON

¿Es que no ve o qué? Estoy ocupado.


13
CONTROL
Sonido regadera

14
PAPÁ
VOZ QUEJA
Si yo no riego las matas todos los días, nadie lo hace.
Hágale y le doy $5000.

15
VALENTINA
VOZ ANIMADA
Mmmmm, ¡déle, pues! De una, pero démelos primero.

16
CONTROL

Sonido de monedas.
Efecto de niña corriendo  hacia un carro.
Sonido de exterior regadera.


17
VALENTINA
VOZ MOTIVADA

Sebastián, venga le ayudo, páseme esa manguera y deje de hacer dibujitos con el chorro.

18
VOZ  NARRADOR
Unos minutos después…


19
CONTROL
Efecto de chorro de agua fuerte.

20
MAMÁ
VOZ ALTERADA
¿Quién dejó abierta la llave del lavadero?
¡Valentina! Venga que se inundó el patio, y muévase que me tengo que ir a bañar.


CONTROL
Efecto de pasos hacia la ducha.
Efecto de toc toc.
Sonido de ducha.


MAMÁ
VOZ ALTERADA
Camilo, mijo, ¿qué hubo?  Hágale rápido que lleva 45 minutos en la ducha, se va a volver pescado.

21
PAPÁ
VOZ ATERRADO
¿Qué es esto? ¡Se inundó la cocina!





Efecto pasos en el agua,


PAPÁ
VOZ ATERRADO
¡¡¡Valentina!!! ¿Usted es que no escuchó a su mamá o qué?


PAPÁ
VOZ MURMULLO CON RABIA
Esta mocosa tan desobediente


PAPÁ
VOZ REGAÑO
Valentina del Pilar, ¿¿¿qué está esperando??? ¿Qué yo lo haga? No, señorita…, por mí se puede quedar abierta todo el día.


CONTROL
Pasos desvaneciéndose.
Chorro de agua desvaneciéndose.
Sonido de regadera y niños jugando.


PAPA
VOZ REGAÑO
¡¡¡Claro, qué va a obedecer, si está ‘ocupadísima’ jugando guerra de agua con los mellizos!!!


CONTROL
Sonido de regadera y niños jugando


PAPÁ
VOZ REGAÑO
¿Saben qué? Ya me di cuenta de que no se puede contar con ninguno en esta casa. Nos vamos ya para el río. ¡Yo mismo voy a lavar el carro!


CONTROL
Cortina
Efecto voz con eco.
3
22
VOZ NARRADOR
Año 2070



CONTROL
Sonido melancólico de fondo, se desvanece a 30 %, segundo plano.

23
X
VOZ MELANCÓLICA
Llevo tres días sin bañarme.




24
Y
VOZ DESESPERADA

¡¡¡Tengo sed!!!

25
Z
VOZ DESESPERADA

…¡¡¡Y la ropa no se lava sola!!!




X
VOZ INOCENTE
Papi, se acabó el agua.

26
CONTROL
Cortina
5
50
VOZ NARRADOR
Una producción de Conociendo el Mar Producciones:

Banco de voces: Cristhian Barragán
Guion: María Clara Navia, Diana Mosquera y Stevents Rojas
Musicalización y efectos: Liliana Ceballos
Investigación caritativa y cuantitativa: Diana Mosquera y Ángela Robledo


    

jueves, 2 de febrero de 2017

El sentido común, de culo pa’l estanco

Entró en vigencia el nuevo código de Policía, cuyo objetivo es salvar al mundo regulando –una vez más– los comportamientos de la bestia que llevamos dentro, para mejorar la convivencia ciudadana. Esto quiere decir que no podremos orinar por ahí en la matica ni tirar basura en la calle; tampoco colarnos en el transporte público y mucho menos negarnos a darle el puesto a quién lo necesite más que nosotros; reñir con la autoridad o con alguien que piense y haga diferente, ni darles en la cara, marica; o poner música –del demonio– a todo taco, entre otras ideas para la paz. Yo sé, Jaime (Garzón), tenías razón, es como si uno llegara a una casa de visita y en la entrada dijera: "Por favor, no se suene con el mantel".

Y entonces, si violamos la norma (mejor dicho, si se dan cuenta de que hemos violado la norma), nos pondrán una multa, que quedará registrada en el récord de los antecedentes penales. Ya sabes, a nosotros nos gusta que nos amenacen para luego sí obedecer: seguimos las reglas por miedo a una sanción y no por el sentido común que nos humanizó, que nos destetó de dicha bestia, que pese a los no-sé-cuántos años de civilización, nos sigue dominando.

¿Qué tendría para decir Thomas Hobbes[1] al respecto? Según la alegoría de la aniquilación del mundo, la naturaleza humana tiene la facultad de reconstruir el mundo desaparecido, y –ojo– se trata de un mundo donde los objetos no tienen cualidades auténticas, sino que es el sujeto quien se las asigna. ¿Conclusión? ¿Hasta cuándo durará esta salvada del mundo?

Además, si vieras que el código parece que no tuvo en cuenta que en nuestra cultura todo se puede arreglar con plata y que la autoridad policial no tiene el don de la ubicuidad (y a veces ni el de la presencia). ¡Los castigos pecuniarios deberían estar mandados a recoger! Nada como hacer la boleta en alguna penitencia, para quedar 'curado'; hacer los números con la cola en público le da poder a la sanción social. ¿Dónde quedaron los tiempos del teatro del castigo, de la demostración pública de la desobediencia civil y la desviación social? ¿Dónde están los creativos de Davivienda? Y entre otras cosas, ¿acaso el ser humano de hoy ya no desarrolla sentimiento de culpa?; ¿será una de las mutaciones en el cerebro que han provocado las prácticas comunicativas actuales mediadas por la tecnología?

Ahora bien, ¿vos no crées que más bien deban preocuparnos la labor en competencias ciudadanas, sentido común y compasión, que no están haciendo las principales instituciones socializadoras como la familia y la escuela? O sea, ni un nuevo código de Policía ni unas medidas anticorrupción pueden aplacar lo que pueda tener en la cabeza alguien que saque provecho económico de la desnutrición de niños de recursos entre escasos e inexistentes y de la muerte de personas que necesitan sangre, entre otros “desfavorecidos”, sin sentirse como un ser miserable y asqueroso.
  




[1] El filósofo inglés más influyente en la idea moderna de política, por si no te acordás de él.

lunes, 3 de octubre de 2016

¡Pa' mí que esto ya estaba en el libreto!

− ¿Vos creés que haya manera de blindar los acuerdos: un mandato nacional en nombre de la seguridad del Estado? ¿No será que podemos entrar en Estado de Excepción?, propuse.

− Los actuales acuerdos fueron negados en una votación popular. Esto obliga legalmente al presidente a no seguir con lo pactado, me respondieron.

− Yo pienso que un país juega a la democracia cuando su población es letrada, preparada con consciencia crítica, no levantada con hambre ni con falta de oxígeno en el cerebro y menos criada con vocación de pereza o de indiferencia. ¡Porque esos vacíos de los bobos los llenan los vivos! Así, hacer elecciones es botar la plata; plata que también sale de los impuestos que no dejan de subir, ¡pero por esa sí no lloramos!, concluí.

El domingo 2 de octubre, a las siete de la noche, cuando Santos se pronunció y dijo que él era el presidente de los colombianos que estaban por el sí y de aquellos que festejaban el no, no voy a negar que me imaginé que iba a declarar vigente la supuesta dictadura comunista-ateo-homosexual que iba a regir en Colombia a partir del 3 de octubre, cónchale. De hecho, lo estaba esperando; lo deseaba (a Santos no, aclaro). ¡Que hiciera respetar mi sí! ¿O es que mis impuestos no valen? ¿Esos impulsos soberanos no los avala el contrato social de Rousseau? Ahí disculparán mi ignorancia.

Lo confieso: desde "Antanas presidente" no sentía tantas emociones juntas ni tantas ilusiones repartidas. El domingo, como muchos de ustedes, me levanté con la esperanza de que a partir de ese día se empezara por fin a escribir un nuevo capítulo de la historia nacional; de hecho, ¡llevo ya tanto tiempo imaginándome las nuevas ediciones de los libros de historia colombiana!

Con cada boletín de la Registraduría, con los comentarios de los analistas políticos y su imposibilidad de hacer proyecciones favorables y con todas las imágenes del conteo en voz alta que hacían en las diferentes ciudades, algo muy dentro de mí se iba transformando: quizás moría una ilusión o quizás renacía una esperanza. Sobra decir, por ende, que me sorprendió que nos ganara el no; tanto como la renuncia momentánea de De la Calle, el nuevo amor platónico de las señoras colombianas y de una que otra sardina letrada.

¿Sienten que pertenecen a la lista de los perdedores? Pues yo creo que no hemos perdido: todo suma, todo cuenta, y más si seguimos soñando. Estos cuatro años de negociaciones se fueron a la basura del reciclaje. ¡Tenemos tiempo de ir a tatuarnos la paloma de la paz, como Tutina de Santos y María Antonia Santos! Dense cuenta que de estar polarizado, el país va a pasar a un consenso nacional. La validez jurídica y política de los acuerdos serán la consecuencia de un inconsciente meme colectivo en el que el sí y el no se abrazan y el Centro Democrático ayuda a salvar la patria.

¡Pa' mí que esto ya estaba en el libreto! Incluida la lesión de James. 

miércoles, 21 de septiembre de 2016

¿Me acolitan un concurso? #1000LikesParaLaPava

Desde que me gané un coco en una Novena, no he podido ganarme nada más. Así que necesito romper la maldición, y tu LIKE puede ayudarme. 

¿Un coco? ¡Sí! Cuando estaba chiquita, íbamos a rezar la Novena del Niño Dios en la parroquia de mi barrio, y todos los días había rifas para los niños. Bueno, pues uno de esos nueve días yo fui la feliz ganadora de un coco; sí, de un coco, esa fruta peluda que se parte con machete. 

En realidad el problema no fue el coco; el problema fue que yo tenía como seis años -una edad en la que aún no se valora un coco-, y que toda la iglesia se rió de la situación (y a los seis, lo que piensa  un  niño es que se están burlando de él). Por eso quiero ganarme este concurso... y de acompañante llevo al cura de aquel entonces. 

Instrucciones para ganarme algo más que un coco:

Hay que darle LIKE a este comentario:
"..y, sin embargo, mientes en las fotos, presumiendo glorias que están fuera de foco. La vida no suele ser postal, cuando en realidad vamos con los sueños rotos". #Undíademierda

Para llegar a él, debes cliquear en la siguiente imagen (está enlazada a Facebook):


Si estás en tu compu, filtra los comentarios por "comentarios destacados", y el mío está entre los primeros:


IMPORTANTÍSIMO: en mi comentario, en "responder", etiqueta a 10 amigos y pídeles que por favor etiqueten a otros 10, que, a su vez, pongan a otros 10... para que de 10 en 10 lleguemos a los 1000.


#1000LikesParaLaPava

jueves, 15 de septiembre de 2016

Un pequeño homenaje a una gran artista que nunca conocí

Hace un par de años que fui a Bogotá para una Semana Santa no me alcanzó el tiempo para ir a una exposición de la pintora y escultora colombiana Ana Mercedes Hoyos, reconocida artista –tan internacional como Botero– que marcó mi primera infancia, cuando llegaba a mi casa la revista Diners. Estoy segura de que a los tres años yo no sabía leer y no creo que en ese entonces me gustaran más las obras de arte que Los Cariñositos; aun así, a una de mis muñecas de trapo preferidas le puse Ana Hoyos: la de gorrito verde y rizos cortos anaranjados, que tenía un vestido de pepas –seguramente también verdes– y una sonrisa que mi mente recuerda como “muy simpática”; una de las primeras muñecas que tuve y que, cuando aún yo estaba en la cuna, era de mi mismo tamaño. 

En diferentes artículos del Banco de la República y de medios dedicados al arte, como el periódico Arteria y la revista Arcadia, leí que el tono de voz de Ana Mercedes era ronco y cortante; que le gustaba hablar por teléfono tanto como exponer; que invitaba a sus amigos a tomar onces en su casa mientras daba lecciones espontáneas sobre otros grandes pintores colombianos como Obregón, a quienes consideraba referentes de su obra; y que esos bríos que la caracterizaban la acompañaron hasta sus últimos días. 

De sus producciones no sé sino que eran carísimas (dicho por ella misma en entrevistas); que sus series, bodegones y esculturas de concreto y bronce fueron y vinieron entre lo figurativo y lo abstracto; que estaban relacionadas simultáneamente con elementos del Pop, del Minimalismo y del Conceptualismo; y que todo lo suyo era la resolución de un problema estético con contenido social: “No es algo bonito, es importante”, expresó Ana Mercedes Hoyos en Arteria, porque a través de su obra trataba de luchar contra la cuasi obligación que tienen los artistas de representar a Colombia a través de la violencia.

Pero muy tarde en mi vida quise conocer a una de las pintoras colombianas más representativas del país durante las últimas décadas, acercarme un poco más a su obra, o por lo menos a su nombre, a ese nombre que le había dado vida a mi muñeca de trapo. 

Cada septiembre, desde hace dos años, se me hace más triste su ausencia al recordar que nunca llegué a su obra, tampoco a esa exposición en Semana Santa, ¡su última exposición! La verdadera Ana Hoyos se murió veintiocho años después de haber nacido yo y nunca supe quién era.