martes, 16 de agosto de 2011

Mi primera vez

Post en Kien y Ke

Duré veinticuatro semanas queriéndome comprar unas botas pantaneras color aguamarina porque el Ideam anunció que se venía la catá (catá, o sea, catástrofe en pronunciación francesa). No se equivocó, pero yo nunca compré las botas, pese a tener que caminar todos los días por las calles asquerosas (perdón por lo de calles) alrededor del hospital San Juan de Dios (en el centro de mi ciudad). 

Todo esto para decir que así se pasan de rápido veinticuatro semanas. El invierno se terminó (aunque el Ideam ya dijo que no demoraba en volver) y mi primer trabajo (práctica profesional) también (al respecto, el Ideam no ha dicho nada). Quiero compartirles, entonces, mi carta de despedida de la organización que me malcrió durante seis meses: Impresora Feriva S.A., departamento de Corrección gramatical y de estilo. Primera vez es primera vez y el primer trabajo es como el primer amor: se amará por siempre. 

Tengo que admitir que fueron las veinticuatro semanas más raras de toda mi vida —¡vean eso, hasta aprendí a escribir los números en letras! Hoy se acaban esos casi seis meses de práctica profesional en los que me convertí en parte de la familia Feriva. Entonces… a mi querida familia Feriva:

Desde hace varios días me he sentido muy intranquila (por eso he estado un poco despeinada) porque salgo de mi empresa y me toca comprar los siete mil diccionarios de los que me volví dependiente. Pues ya me di a la tarea de conseguirlos, pero quedé muy preocupada porque en ninguna librería los venden a ustedes. Luego, no será lo mismo los libros que tienen en Feriva sin Feriva.

Quién se iba a imaginar que alguien pudiera vivir sin la empresa para la que hizo su práctica profesional? El mismo que niega que últimamente el tiempo está pasando así de rápido. En cambio, muchos sí dieron por sentado que yo me enloquecería; ley de la naturaleza revelada por un sabio refrán: “A pueblo que fueres haz lo que vieres”. Todo tiene su ciclo y llegó la hora de cambiar de pueblo, no sin antes confesarles con orgullo que jamás me había enamorado de un lugar tan extraño (aclaro: lugar).

“Que las personas pasan y las instituciones quedan” es una frase de quién sabe quién que describe perfectamente la realidad laboral. ¿Estamos de acuerdo? Sin embargo, muchas personas aunque pasen dejan una huella que trasciende el tiempo, la distancia y la realidad.

El 21 de febrero llegué de correctora a esta familia. Sé que fue un proceso lento de adaptación, sobre todo porque al principio, con toda sinceridad, no veía que algo estuviera mal escrito. Y me asusté mucho. Pero ahora, meses después veo que todo está mal. ¿He de asustarme también o eso es sinónimo de que aprendí? Sí. Aprendí. Aprendí que todos eran unos analfabetos ignorantes excepto nosotros (¿o nosotros también?).

Cuando decidí hacer mi práctica aquí, muchos me decían que estaba llegando en búsqueda de mi propio estilo. ¡Y qué estilo el que hallé! Reconozcámoslo, no es una empresa normal: ¿dónde más alguien desayuna con vino o hay entredía no al gusto sino al capricho? ¿Quién más tiene un profesor cuarenta y ocho horas a la semana? ¿Dónde una persona equis va a buscar al gerente porque se llama igual que ella? ¿En qué otra empresa todas sus mujeres son sensuales? ¿En alguna otra parte le echan ají al helado o se hace una selección de personal para almorzar? ¿Conocen alguna otra organización que tenga al menos un empleado que hable papiamento? ¿Dónde más la gente echa chispas, le tienen apodo a todo el mundo y el gerente baila cuando está contento?

Así como cuando uno no tiene nada que hacer, podría enumerar las “demasiadas” experiencias vividas en Feriva y de las que ustedes han formado parte; algunas fáciles, otras complejas, pero siempre todas marcadas por la responsabilidad y la satisfacción. No obstante, entiendo que ni a ustedes les alcanzan las lágrimas ni a mí me da la inspiración. Por lo tanto, cuidado que esto es así: 

Tal vez parezca presumido de mi parte querer permanecer en cada uno de ustedes, pero estoy segura de que después de estos seis meses seguirán en el recuerdo muchos momentos, situaciones, aprendizajes. En mi corazón estarán por siempre ustedes, quienes me brindaron con sencillez e inmenso cariño su apoyo, conocimiento y compañía en mi “estadía” en esta empresa.

Y la verdad:
—Don Ernesto*, ¿María Clara aprendió el oficio?
—Yo le voy a decir una cosa: llevo yo cincuenta años… No es gran cosa lo que se puede hacer en seis meses.
*Ernesto: Gerente general de Feriva y mi jefe directo.
 
Don Ernesto: Que me vaya hoy hace parte de la dinámica que mueve las organizaciones. Que me quede en la familia Feriva hace parte de la dinámica que mueve a los seres humanos. Quiero agradecerle toda su disposición, paciencia, confianza y apoyo, pero sobre todo su paternalismo. Capitán, siempre tendrá un lugar supremamente especial en mi corazón. 

P.S.: Señores de corrección: cuando mande a hacer mi libro quiero que me muestren las correcciones con control de cambios. Prometo joder más que el señor España (para los lectores: el señor España es un cliente que jode por veinte mil, ¡y sin tener la razón!).

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¿Y?