Anoche el espacio se curvó. Las ganas giraron placenteramente el cerrojo de nuestra voluntad y desafiaron la gravedad; yo no quería despedirme y él no quería olvidarme. La consciencia puso los minutos en suspensión: me moví como el viento, mientras él dominó la perversión de mi alteridad.
Las palabras saben siempre cuál es la dirección.
Este relato me hizo recordar una película y un libro. La película española "Nada en la Nevera" donde una rubia suena con encontrar a su hombre perfecto, pero resulta que este ser idealizado tiene más defectos de los esperados. Èl también es un ser humano que ha idealizado a su mujer perfecta y al igual que ella sufre por que las cosas no salen como las espera.
ResponderEliminarPor el lado del libro, algo más serio y filosófico, recuerdo el "Cuarteto de Alejandria" que también nos muestra las dos caras de una relación y como a veces las cosas no son lo que pensamos o imaginamos.
Yo,un hombre promedio (así lo creo) pienso que a medida que aumentamos en edad perdemos esa flexibilidad para adaptarnos a las complejidades de otro ser y al mismo tiempo somos más exigentes en nuestros deseos. Una mezcla mortal que nos condena a la Soledad o a relaciones simuladas en donde somos lo que nos permite obtener lo que queremos del otro.
Perdón por los horrores ortográficos. El "por que", la falta de tildes, la n en vez de ñ y por la larga cantidad de errores que hay en un texto tan corto.
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